Texto del
Evangelio (Lc 9,7-9): En aquel
tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo;
porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que
Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había
resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de
quien oigo tales cosas?». Y buscaba verle.
Comentario: Rev. P.
Jorge R. BURGOS Rivera SBD (Cataño, Puerto Rico)
Hoy
el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc 9,9). Ese deseo de ver a Jesús
le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de Jesús por los milagros que iba
realizando a su paso. Muchas personas hablaban de Él. La actuación de Jesús
trajo a la memoria del pueblo diversas figuras de profetas: Elías, Juan el
Bautista, etc. Pero, al ser simple curiosidad, este deseo no trasciende. Tal es
el hecho que cuando Herodes le ve no le causa mayor impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece
al verlo cara a cara, porque Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este
silencio de Jesús delata a Herodes como corrupto y depravado.
Nosotros,
al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a
Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de
Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te quiero resaltar
dos de ellas.
En
primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día por
excelencia para ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde hoy
está expuesto Jesús-Eucaristía. «La adoración eucarística es una forma esencial
de estar con el Señor. En la sagrada custodia está presente el verdadero
tesoro, siempre esperando por nosotros: no está allí por Él, sino por nosotros»
(Benedicto XVI). —Acércate para que
te deslumbre con su presencia.
Para
el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que dice: «Con
nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y tantos hermanos
nuestros que han sido marginados, que sufren y no tienen a nadie que ‘quiera
verlos’. En su encíclica Dios es Amor, dice el Papa Benedicto XVI: «El amor al
prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero
lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está
esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate!
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