Texto
del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel
tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un
israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me
conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas
debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabí, tú eres el Hijo de
Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te
vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En
verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
«Veréis el cielo abierto
y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»
Comentario: + Cardenal
Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano)
Hoy, en la fiesta de los Santos
Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos, la presencia de sus
ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria
celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios.
Lo rodean y están a su servicio.
«Subir y bajar» nos recuerda el
episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante
su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que ‘bajan y suben’ por una misteriosa
escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a
él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y
la presencia activa de los ángeles.
Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen
en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los
hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su
presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se
llaman, precisamente, ‘arcángeles’, es decir, príncipes de los ángeles, porque
son enviados para las más grandes misiones.
Gabriel fue enviado para anunciar a
María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de
nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel
lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina,
que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la
seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías ‘junior’,
lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles
junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.
Aprendamos de esta celebración de los
arcángeles que ‘suben y bajan’ sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios,
pero le sirven en beneficio/nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo
hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción
les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario