A
principios de 2020 muchos especialistas aseguraron que sería difícil conocer el
verdadero impacto de la COVID-19 en la población. Tras casi dos años del inicio
de la pandemia, distintos estudios arrojan datos que permiten conocer mejor
esta situación. Uno de los más recientes, publicado en Frontiers in
Medicine, halló que los sobrevivientes de COVID tienen un mayor riesgo de
muerte.
Con
el objetivo de conocer el impacto de la COVID-19 en la salud a largo plazo, un
grupo de investigadores de la Universidad de Florida analizó registros médicos
electrónicos de los pacientes sometidos a pruebas de detección del COVID-19 en
cualquier entorno del sistema de salud de la universidad. Aquellos pacientes
que murieron dentro de los 30 días posteriores a sus pruebas de COVID-19 fueron
excluidos del análisis.
De
13.638 personas que se testearon entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2020,
se encontró que 424 tenían COVID-19, de ellas, 178 se clasificaron como
enfermedad grave, mientras que el resto fue negativo. Los investigadores
evaluaron los registros médicos electrónicos de estas personas y realizaron un
seguimiento durante 365 días después de la primera prueba de detección.
Registraron que 2.686 pacientes habían fallecido.
El
equipo analizó los registros de atención médica para determinar las causas de
defunción y comparó el riesgo de muerte de las personas que habían tenido
COVID-19 con el de las que no habían dado positivo.
Encontraron
que el riesgo de muerte en los 12 meses posteriores a la infección fue un 233%
más alto entre las personas menores de 65 años que fueron hospitalizadas con
COVID-19, en comparación con aquella que no tenían la enfermedad. Además, casi
el 80% de todas las muertes de personas que se habían recuperado de COVID-19 en
los últimos 12 meses no se debieron a causas cardiovasculares o respiratorias,
lo que sugiere que el impacto del virus es significativo y de amplio alcance,
incluso después de la infección.
Este
trabajo se suma a otros que ya han estudiado los efectos a largo plazo de la
COVID, como el publicado en The Lancet. En este último, un grupo de
investigadores halló que 6 meses después de la infección aguda “los
sobrevivientes de COVID-19 estaban principalmente preocupados por la fatiga o
debilidad muscular, dificultades para dormir y ansiedad o depresión”. Además,
los pacientes que tuvieron episodios severos durante su estancia hospitalaria
tenían capacidades de difusión pulmonar más graves y manifestaciones anormales
de imágenes de tórax.
Efectos a largo plazo
“Hay
mucho interés en la comunidad científica que se ha centrado en lo que les
sucede a los pacientes después de tener un episodio de COVID-19. Algunos se
están enfocando en ‘COVID prolongada’ o síntomas persistentes como confusión
mental o falta de olfato. Estábamos interesados en el duro resultado de la
muerte después de la recuperación del COVID-19”, dijo Arch Mainous, autor del
artículo, a Medical News Today. Y agregó: “Pensamos que el impacto de
COVID-19 sería lo suficientemente significativo como para generar
complicaciones. El trauma general o el insulto psicológico al cuerpo sería lo
suficientemente dramático como para crear un daño duradero”. Según Mainous, los
tratamientos médicos están bien para sobrevivir al episodio inicial, pero las
estrategias deben centrarse en mantener a las personas fuera del hospital en
primer lugar.
“Arriesgarse
a contraer COVID-19 que será leve, o que solo dependerá de los tratamientos
para superar un episodio severo conlleva grandes riesgos”, advirtió. También
afirmó que las cifras obtenidas en la investigación demuestran que el impacto
de la COVID-19 puede durar más de lo que se había anticipado y que si bien se
desconoce las causas detrás de este fenómeno, parece probable que esté
relacionado con los niveles intensos de inflamación que afectan a múltiples
partes del cuerpo durante la infección.
Cabe
resaltar que los niños no fueron incluidos en este estudio, aunque los expertos
reconocen que es un tema que debería recibir más atención, ya que todavía no se
conoce el impacto a largo plazo que la COVID-19 puede tener entre los infantes.
Cómo prevenir la COVID-19
Los
expertos y autoridades sanitarias insisten en recordar que recibir las vacunas
contra la COVID-19 es la mejor forma de prevenir nuevas variantes y
problemas severos debido a la infección. Las vacunas disponibles
contra la COVID-19 protegen hasta un 95% y más de contraer el coronavirus y
desarrollar la enfermedad.
La
información existente hasta el momento, producto de las investigaciones
científicas, muestra que, si la persona se vacuna y de todas formas se infecta,
tendrá un menor riesgo de desarrollar una forma grave de la enfermedad. Esto se
debe a que la vacuna contiene sustancias que actúan neutralizando la acción de
una proteína que ayuda al coronavirus a infectar el cuerpo humano. Además, al
inmunizarse, el cuerpo se queda con un suministro de linfocitos T y linfocitos
B que recordarán cómo combatir a este virus en el futuro. TV
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