Investigadores
de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana desarrollaron un
test de sangre que sería capaz de diagnosticar la depresión en base a
marcadores presentes en el ARN del paciente.
Este
test podría también diagnosticar el trastorno bipolar. El doctor
Alexander Nicolescu, quien lideró el equipo científico, dijo que este test
potencialmente puede distinguir entre ambos trastornos psiquiátricos, y ayudar a
evitar el largo de tiempo de ‘prueba y error’ que debe pasar un paciente hasta
que se diagnostica depresión.
El
test se basa en el análisis de una molécula conocida como factor
neurotrófico derivado del cerebro, que juega un rol central en el crecimiento
sano de las células nerviosas y en el aprendizaje, la memoria y el
mantenimiento de la flexibidad cerebral. Los bajos niveles de esta molécula
están asociados a la depresión.
Los
científicos estudiaron los cambios moleculares en 300 individuos con depresión
severa a lo largo de un tiempo, e identificaron 26 biomarcadores relacionados
con el trastorno.
Aunque
el test ya está disponible para ordenar y lo produce una empresa creada por el
doctor Nicolescu, las opiniones de la comunidad científica sobre la eficacia de
esta herramienta de diagnóstico están divididas. La pregunta crítica de la
discusión es si un único test puede aplicarse al diagnóstico de un trastorno
que, se ha demostrado, tiene características individuales muy fuertes, a nivel
mental y químico.
En
un artículo en el Journal of
Psychiatric Research, investigadores de Australia y China dijeron que los
médicos deberían usar el test de sangre para diagnosticar la depresión y
monitorear el tratamiento farmacológico.
Alexander
Talkovsky, director de programa en la División de Investigación Translacional
del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de los Estados Unidos, reconoció
que el nuevo test es una avance en el estudio de formas de detectar esta
afección, pero remarcó que se deben realizar más investigaciones, en grupos más
grandes de pacientes, para validar la eficacia del test.
Los
científicos que desarrollaron el test estiman que una prueba diagnóstica basada
en su ensayo, con un punto de corte de 12,4 nanogramos por mililitro de suero,
tendría una sensibilidad del 82,2% y una especificidad del 83,3%. Pero esto
podría significar que la prueba pasará por alto aproximadamente 1 de cada 5
personas que tienen depresión.
El
estudio de análisis de sangre para detectar trastornos mentales no es nuevo.
Por ejemplo, un estudio de 2012 analizó una sustancia, el fosfato de
etanolamina, que al parecer las personas con depresión tienen en niveles más
bajos. Pero éste y otros estudios se encontraron con barreras a la hora de
investigar tests que pudieran diagnosticar los distintos tipos de depresión. Aunque
hay controversia, los expertos aseguran que este campo de investigación debe
continuar y profundizarse, para lograr una prueba precisa que acompañe al ojo
clínico del psiquiatra.
Qué es la depresión
La
depresión es un trastorno complejo que puede tener muchas causas: el abuso
infantil, el haber sufrido violencia doméstica, la muerte de un ser querido,
incluso un fracaso de pareja son los escenarios más habituales que suelen
desencadenar el trastorno. Pero el espectro es mucho más amplio: un accidente,
baja autoestima, heridas que no sanan, medicamentos que la persona esté
consumiendo por otras afecciones (como betabloqueantes, estatinas,
corticoesteroides, medicamentos hormonales), historial familiar de depresión,
las posibilidades son tantas que solo un especialista podrá llegar a la fuente
y recomendar tratamientos apropiados.
Se
trata de un trastorno del estado de ánimo que provoca un sentimiento constante
o cíclico de desolación y pérdida de interés, en casi todos los aspectos de la
vida de la persona. No es fácil de detectar porque se ‘camufla’ en un estado de
tristeza temporal, o incluso de estrés. Seguramente durante tu chequeo
médico anual, tu médico de cabecera te pregunte sobre tu estado de ánimo, pueda
detectar señales de alerta, y dar el primer paso en lo que será una cadena de
ayuda.
La
Asociación Americana de Psiquiatría sugiere que la combinación de
antidepresivos con tratamiento psicológico funciona bien en la mayoría de los
pacientes. Combinar estrategias tiene una explicación: la gente suele abandonar
más fácilmente a las píldoras que a los psicólogos. Si esto ocurre, el
terapeuta será el balance para volver a encarrilar el tratamiento.
No es una tristeza pasajera
La
tristeza es una emoción humana normal, la depresión es un estado mental que no
lo es. Muchas veces, las dos palabras se confunden o se usan como sinónimos,
especialmente en la comunidad hispana, al decir que una persona ‘está triste’,
cuando en realidad puede estar sufriendo de depresión, y necesitar ayuda.
El Estudio
SOL (Study of Latinos), que se llevó a cabo por una década en distintas
comunidades latinas de los Estados Unidos comprobó que un 27% de los latinos
que viven en el país presentan síntomas de depresión. De todas las comunidades
latinas, la que tuvo más síntomas de depresión fue la puertorriqueña,
seguida por la cubana.
Una
distinción interesante que explica el doctor Guy Winch, autor de “Emotional
First Aid: Healing Rejection, Guilt, Failure and Other Everyday Hurts”, es que,
en general, estamos tristes por algo. Hay disparadores de la tristeza, como un
evento difícil, una pérdida, una ruptura. Es una sensación temporal, y en un
período de tiempo corto, se diluye, se supera, y de repente ya no estamos
tristes.
En
cambio la depresión invade todos los aspectos de la vida, es como si de pronto
la vida se pintara de gris. Y la palabra ‘menos’ comienza a regir: todo es
menos interesante, menos atractivo, menos importante. Nada vale la pena. Domina
el enojo y la frustración, y cada vez lleva más tiempo rearmarse. Muchas
veces, la misma persona no es capaz de reconocerse en ese pantano emocional, y
es un amigo, una pareja, un ser querido, el que comienza a ver las señales de
alerta. Es el momento de pedir ayuda.
La
depresión es una de las afecciones de salud mental más comunes a nivel mundial:
la padecen unas 350 millones de personas.
En
Latinoamérica, el 5% de la población la sufre, aunque el porcentaje de
personas que recibe tratamiento es muy bajo, indica la OMS.
El
Instituto Nacional de Salud Mental estima que unas 16 millones de personas
viven con depresión en los Estados Unidos.
La
entidad identifica los siguientes síntomas como las señales de alerta más
notorias, aunque pueden no ser las únicas:
·
Un estado de irritabilidad
permanente
·
Cambios en el apetito y el
peso
·
Trastornos del sueño (puede
ser insomnio o dormir mucho)
·
Sentir cansancio o una
sensación de lentitud durante el día
·
Tener la energía muy baja
·
Tener sentimientos de
culpabilidad, o sentir que nada tiene sentido
·
Problemas con la capacidad de
enfocar en una actividad, o perder fácilmente la concentración.
·
Perder la habilidad de tomar
decisiones
·
Tener pensamientos de muerte o
suicidio
Hay ‘depresivos sonrientes’
En
el imaginario colectivo, la persona depresiva es aquélla que tiene una cara
triste, desesperanzada, que se encierra en su casa y que apenas puede
funcionar. Sin embargo, no todo el que padece de depresión encaja en ese
estereotipo.
Un
artículo en Psychology Today explica
que hay una forma de depresión enmascarada tras una fachada de felicidad a la
que se define como ‘depresión sonriente’.
La
persona con ‘depresión sonriente’ parece
estar feliz, pero internamente presenta síntomas depresivos. Esta forma
de depresión a menudo pasa desapercibida. Los mismos que la padecen la
descartan, y dejan de lado sus propios sentimientos. Pueden no estar
conscientes de su depresión, o querer ocultarla por temor a que se los
considere débiles.
¿Por qué es muy peligrosa?
Expertos coinciden en que es
muy difícil detectar la ‘depresión sonriente’ (su término técnico es depresión
atípica) y por ende, tratarla.
El
sello distintivo de la ‘depresión sonriente’, algunos también la llaman la
tristeza del payaso, es justamente la tristeza. La sonrisa y la fachada externa
son un mecanismo de defensa, un intento de ocultar los verdaderos sentimientos
que están minando el alma de la persona.
La
‘depresión sonriente’ comparte síntomas con la forma tradicional: sentimientos
de ansiedad, miedo, ira, fatiga, irritabilidad, desesperanza y desesperación.
Aquéllos que sufren de ésta y otras formas de depresión también pueden
experimentar problemas para dormir, incapacidad para disfrutar de actividades
que antes eran placenteras y una pérdida de la libido. Por supuesto, la
experiencia de cada uno es diferente. Es posible sentir solo uno o varios de
estos síntomas.
Las
personas que sufren de esta forma de depresión suelen no ofrecer ningún indicio
de su problema al mundo exterior. Puede hasta ser el amigo gracioso, el alma de
la fiesta.
A
menudo mantienen un trabajo de tiempo completo, tienen un hogar, participan en
deportes y tienen una vida social bastante activa. Con su máscara puesta, todo
se ve genial, incluso hasta perfecto. Sin embargo, debajo de la máscara sufren
tristeza, ataques de pánico, baja autoestima, insomnio y, en
algunos casos, pueden tener pensamientos suicidas. Y esto puede ser
particularmente peligroso. En la depresión clásica, la persona simplemente no
tiene fuerzas para actuar. Pero el paciente con ‘depresión sonriente’ tiene más
energía para hacer realidad sus pensamientos. HD
No hay comentarios.:
Publicar un comentario