Es
normal que se hable sobre los efectos negativos de dormir poco. Sin embargo,
dormir demasiado o en horarios irregulares puede tener consecuencias para la
salud incluso peores.
Dormir
es una de las funciones naturales más importantes y necesarias del organismo.
Permite que el cuerpo y el cerebro se recuperen de los esfuerzos y el estrés al
que se sometieron durante todo el día.
Descansar
también ayuda a fortalecer el sistema inmunitario, y mejora el estado de
alerta, la toma de decisiones, y el desempeño (tanto físico como mental).
La
cantidad de horas de sueño que una persona necesita para descansar
correctamente puede variar según distintos factores, como edad, estilo de vida
y estado de salud. Sin embargo, las recomendaciones generales para dormir son:
·
Recién nacidos: entre 16 y 18 horas al día.
·
Niños en edad preescolar: entre 11 y 12 horas al día.
·
Niños en edad escolar: al menos 10 horas al día.
·
Adolescentes: entre 9 y 10 horas al día.
·
Adultos (incluyendo adultos mayores): entre 7 y 8 horas al día.
¿Qué pasa si tenemos horarios de sueño irregulares?
Además
de la cantidad, la calidad es un factor determinante para tener un buen
sueño. Para ello, acostarse y despertarse a una misma hora es fundamental. Esto
es lo que se conoce como patrón de sueño regular.
Según
encontraron diferentes investigaciones, acostarse a la misma hora todas las
noches tiene muchos beneficios para la salud, entre los que se destacan:
·
Aumentar la sensación de
bienestar.
·
Mejorar las funciones del
metabolismo, así como el desempeño físico y mental.
·
Reducir el período de tiempo
que se tarda en dormir.
Por
el contrario, los patrones de sueño irregulares tienen severas consecuencias
para la salud. Un estudio realizado por el Instituto Nacional del
Corazón, los Pulmones y la Sangre, encontró que un patrón de sueño irregular en
los adultos mayores puede ser un factor de riesgo independiente de enfermedad
cardiovascular. Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar
durante cinco años a casi 2.000 hombres y mujeres, de entre 45 y 84 años, que
no tenían enfermedad cardiovascular al comienzo del estudio.
Para
medir la irregularidad del sueño, los pacientes usaron dispositivos de
actigrafía en sus muñecas, que registraron su actividad de sueño y vigilia
durante 7 días consecutivos.
Otro
problema que se vincula a un sueño irregular es el mayor riesgo de desarrollar diabetes.
Como muestra un trabajo publicado en Current Biology, las personas
que duermen poco durante la semana, pero durante el fin de semana intentan
compensar las horas no dormidas, tienen organismos con menor sensibilidad a la
glucosa.
Durante
el sueño normal, los niveles de presión arterial tienden a disminuir,
por lo que otra consecuencia de los patrones de sueño irregulares puede verse
con las alteraciones de estos niveles, incrementando así el riesgo de
hipertensión.
Estos
hábitos también se pueden vincular al aumento de peso u obesidad, ya
que, cuando dormimos mal, se producen cambios en el cerebro que estimulan la
necesidad de comer, especialmente alimentos ricos en calorías, sin que
necesariamente se haya producido un aumento real de la demanda metabólica.
Regularizar horarios de sueño
Acostarse
y despertarse a la misma hora todos los días es una gran herramienta para
indicarle al cuerpo cuáles son los ciclos de sueño-vigilia que deseamos. Sin
embargo, si estos horarios se alteran constantemente puede verse afectada la
secreción de melatonina, empeorando la calidad del sueño.
Popularmente
conocida como la hormona del sueño, la melatonina es segregada por la glándula
pineal, que se encuentra en el cerebro. La oscuridad hace que el cuerpo genere
más melatonina, preparándolo para dormir, mientras que luz disminuye su
producción, permitiéndole estar despierto y realizar todas las actividades
cotidianas.
Para
mantener horarios de sueño regulares puedes seguir estos consejos:
·
Deshazte de distracciones como
luces brillantes, televisión o computadoras en el dormitorio.
·
Evita o limita las comidas
pesadas por la noche.
·
Evita o limita el tabaco o la
cafeína, especialmente por la tarde y noche.
·
Evita o limita las bebidas
alcohólicas antes de acostarte.
·
Consume avena, pollo,
espirulina, hierbas secas, (como la menta), huevos, leche, legumbres, maní y
mantequilla, semillas, como las de ajonjolí y calabaza, o soja y sus derivados.
Estos son alimentos ricos en triptófano, un aminoácido que estimula la
producción de las hormonas serotonina y melatonina.
·
Bebe tés como el de flores de
naranjo, ginseng, lavanda, manzanilla, pasiflora, tila o valeriana. Estas
infusiones se caracterizan por sus efectos relajantes, ansiolíticos e
inductores del sueño.
·
Haz ejercicio con regularidad,
solo intenta que no sea demasiado tarde o por la noche.
·
Mantén el dormitorio en una
temperatura agradable.
·
No tomes siestas después de
las 3 de la tarde.
·
Relájate antes de acostarse,
por ejemplo, tomando un baño, leyendo o escuchando música suave.
·
Si al cabo de media hora no
logras conciliar el sueño, levántate y haz algo relajante. TV
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