Desde el principio de la pandemia de COVID-19 se determinó que el
SARS-CoV-2 puede dañar el corazón y los vasos sanguíneos mientras las personas
están gravemente enfermas. Los pacientes desarrollaron trombos, inflamación del
corazón, arritmias e insuficiencia cardíaca.
Ahora, el primer gran estudio para evaluar los resultados
cardiovasculares 1 año después de la infección por SARS-CoV-2 ha demostrado que
el impacto del virus suele ser duradero. En un análisis de los registros de
salud de más de 11 millones de veteranos estadounidenses, los investigadores
encontraron que el riesgo de 20 enfermedades cardíacas y vasculares diferentes
aumentó sustancialmente en los veteranos que habían tenido COVID-19 un año
antes, en comparación con los que no.
Dicho riesgo, que se incrementó apenas transcurridos los primeros 30
días de la infección, además aumentó con la gravedad de la enfermedad inicial y
se extendió a todos los resultados que examinó el equipo, incluidos ataques
cardíacos, arritmias, accidentes cerebrovasculares, paro cardíaco y más. Incluso las personas que nunca fueron al
hospital tenían más enfermedades cardiovasculares que las que nunca se
infectaron.
Los datos de esta investigación son, para el cardiólogo Dr. Javier
Bermejo, del hospital Gregorio Marañón de Madrid (España), de alguna confirman
la idea que teníamos desde hace tiempo. «Sabíamos que la Covid aumentaba el
riesgo de muerte en personas con cardiopatías», comentó, pero ahora, «esta
publicación nos dice que al mes de haber tenido Covid, ya se haya estado
hospitalizado o no, el riesgo de complicaciones cardiovasculares se dispara,
incluso aunque previamente no había antecedentes de patología cardíaca».
Para el Dr. José María Gámez, cardiólogo del Hospital Universitario Son
Llatzer de Palma de Mallorca (España), los datos no son una sorpresa ya que
existe «sospecha» de que esto esté ocurriendo. Sin embargo, no tenemos -señaló-
la evidencia científica de que el aumento de los casos de patología
cardiovascular esté relacionado directamente con la Covid. No existe -dijo- esa
«causalidad».
«Veíamos que esto estaba pasando», señalo el Dr. Bermejo, pero «ponerle
número es muy importante. Y eso es lo que estamos haciendo en España con un
estudio que estamos diseñando».
Lo que han hecho los investigadores del Departamento de Asuntos de
Veteranos de EEUU ha sido comparar las tasas de nuevos problemas
cardiovasculares en 153.760 personas infectadas con el coronavirus y que tuvieron
COVID-19 antes de que las vacunas estuvieran disponibles, en 5,6 millones de
personas que no se infectaron con el coronavirus SARS-CoV-2 y otros 5,9
millones de personas cuyos datos se recopilaron antes de la pandemia.
En promedio, un año después de su recuperación de la fase aguda de la
infección, los supervivientes de Covid-19 tenían un riesgo de un 63% mayor de
ataque cardíaco, de un 69% de ritmo cardíaco irregular problemático, de un 52%
de ACV, de un 72% de insuficiencia cardíaca y un riesgo casi tres veces mayor
de trombosis potencialmente fatales en los pulmones en comparación con los
otros dos grupos, según un informe publicado en Nature Medicine.
Dichos riesgos, señalan los investigadores, fueron evidentes tanto en
personas jóvenes y ancianos, negros y blancos, hombres y mujeres, personas con
y sin diabetes, con y sin enfermedad renal, así como fumadores y no fumadores.
Los riesgos eran altos incluso en personas que tenían COVID-19 leve y no
necesitaban ser hospitalizados por ello.
Los datos son muy a tener cuenta, destacó el Dr. Javier Bermejo. Por
ejemplo, «la carga de enfermedad es de 50 por cada 1.000 individuos de la
cohorte». Es decir, 5 de cada 100 personas va a desarrollar una patología
cardiovascular por culpa de haber desarrollado COVID-19 en los siguientes 12
meses. Un dato altísimo».
Los resultados son «impresionantes... peores de lo que se esperaba»,
escribió en Science el Dr. Eric Topol, cardiólogo de Scripps Research. «Todos
estos son trastornos muy graves. Si alguien alguna vez pensó que Covid era como
la gripe, este debería ser uno de los conjuntos de datos más poderosos para
señalar que no».
Los investigadores desconocen cómo el virus genera este daño a largo
plazo, pero creen que los riesgos cardiovasculares y la constelación de
síntomas conocidos colectivamente como Long Covid (que incluyen confusión
mental, fatiga, debilidad y pérdida del olfato) podrían tener raíces comunes.
«Esta es una clara evidencia de daño cardíaco y vascular a largo plazo.
Algo similar podría estar sucediendo en el cerebro y otros órganos que
producirían los síntomas característicos de Long Covid, incluida la niebla
mental», explicó el autor principal el Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico
de la Universidad de Washington en St. Louis y jefe de investigación en VA St.
Sistema de Salud de Louis.
En España, señaló el Dr. Gámez, presidente de la Asociación de
Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), hay un
estudio realizado en personal sanitario y publicado en la Revista Española de Cardiología que ha visto que hay una mayor incidencia de inflamación,
miocarditis y pericarditis, también al mes de haber pasado la COVID-19.
La forma en que el virus causa daños a largo plazo en el corazón y los
vasos sanguíneos sigue siendo un tema de debate e investigación activa. Un
posible mecanismo es la inflamación de las células endoteliales que recubren el
interior del corazón y los vasos sanguíneos, explicó el Dr. Al-Aly.
Pero los investigadores también incluyen una larga lista de posibles
mecanismos, incluido el daño persistente por la invasión viral directa del
músculo cardíaco; niveles elevados de mensajeros químicos proinflamatorios
llamados citocinas que conducen a la cicatrización del corazón; y virus
persistente en sitios que el sistema inmunitario no trata de manera efectiva.
«Las supuestas vías mecanicistas todavía están en el ámbito de la especulación
o la hipótesis», dijo el Dr. Al-Aly.
Los autores dicen que sus hallazgos sugieren que millones de
supervivientes de COVID-19 podrían sufrir consecuencias a largo plazo, poniendo
a prueba los sistemas de salud en los próximos años. «Los gobiernos y los
sistemas de salud de todo el mundo deberían estar preparados para hacer frente
a la probable contribución significativa de la pandemia de COVID-19 al aumento
de la carga de enfermedades cardiovasculares», escribieron en el documento.
En este sentido, apuntó el Dr. Gámez que es posible que en el futuro
veamos más casos de miocarditis, pero de cardiopatía isquémica o infartos, «no
lo podría asegurar».
El estudio, concluyó el Dr. Bermejo, «pone números» a esta situación y
nos dice que «prácticamente todas las enfermedades del corazón, infarto, ictus,
etc. tienen un riesgo disparados en las personas que han sufrido Covid con
respecto a los que no han pasado la infección». La COVID-19, es un factor de
riesgo «peor» que otros como el colesterol, etc. BP
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