Dios me invita a
recorrer con Él los caminos de su amor en mi vida. ¿Y cuáles son estos caminos?
Son muchos y en la vida de cada persona son distintos. Pero existen tres
caminos que no faltan y son los más difíciles de comprender y de aceptar como
caminos de amor:
1.
Camino de su misericordia y mi miseria
Para reconocer
nuestra pequeñez ante Dios, debemos aprender a ver el amor de Dios, debemos
meditar sobre nuestra vida con los ojos de la fe, tratar de encontrar a Dios en
los sucesos de nuestra existencia. Debemos buscar cada día en nuestra vida la
misericordia de Dios, meditar y postgustar nuestra miseria y su misericordia.
Esa tiene que ser nuestra meditación predilecta: postgustar las manifestaciones
de su amor misericordioso en nuestra vida.
Pero no sólo la
misericordia de Dios, sino también nuestra miseria personal tenemos que
interpretarla como un designio del amor de Dios, aprender a ver el amor de Dios
a lo largo de nuestra vida... ¿De qué miserias se trata?: Miserias físicas, miserias
espirituales y religiosas, miserias del carácter, miserias morales, nuestros
fracasos e infidelidades.
2.
Camino de las desilusiones
Uno de los
caminos que Dios ha previsto para profundizar nuestro amor es el de las
desilusiones: de nosotros mismos y de los demás: del cónyuge, de los hijos, de
los parientes, de los amigos, etc.
Todas las
personas tienen para nosotros una función de atracción. Deben atraer, despertar
nuestro amor, pero luego transmitirlo a Dios.
Deben ser como
la cuerda que nos lleva al corazón de Dios Padre. Pero podemos vincularnos
también desordenadamente a las creaturas, de modo que no nos conduzcan hacia
arriba. Y entonces Dios hace que nos desilusionamos de ellas. Tarde o temprano
toda persona va a desilusionarnos. Pues toda persona tiene faltas y
limitaciones humanas que no puede superar.
Nuestro corazón
es tan grande que sólo puede sentirse satisfecho en el corazón de Dios, quien
con frecuencia nos quita justamente eso a lo que más estamos vinculados. O nos
desilusiona justamente de las personas más queridas. Por eso, cada decepción,
cada pérdida dolorosa es siempre un llamado de parte de Dios: “¡Hijo, ven a mi
corazón!”
Muchas personas se quiebran con las desilusiones, porque su vida no está orientada hacia el Señor, porque su amor no trasciende a la persona amada y no conduce al corazón de Dios. No viven su Alianza de amor con Dios Padre.
Muchas personas se quiebran con las desilusiones, porque su vida no está orientada hacia el Señor, porque su amor no trasciende a la persona amada y no conduce al corazón de Dios. No viven su Alianza de amor con Dios Padre.
3.
Camino del sufrimiento y de la cruz
Es la forma más
fecunda para crecer en la Alianza de amor con Dios. Para toda persona que se
deja educar por la Sma. Virgen, llegarán momentos en que el alma estará
completamente árida, seca. No siente nada, ni felicidad ni gusto en lo
religioso. Es en esos momentos de sequedad, cuando muchos se quiebran. Quedan
al pie de la montaña del amor, porque no logran decidirse por la entrega
perfecta, no se dejan conducir a través de las oscuridades de la cruz.
¿Qué quiere
lograr Dios con esa aridez del alma? Que nos desprendamos de una creatura a la
cual estamos ligados demasiado profundamente: quiere desprenderme de mí mismo.
Por eso Dios me
educa para que me olvide de mí mismo y gire en torno a Él: que piense, que
trabaje por Él, que me entregue a Él. Y así Dios busca conducirme a la cumbre
de la santidad, busca conquistar mi corazón para Él. Mi amor tiene que ser
purificado y desprendido no sólo de las demás creaturas sino, sobre todo, desprendido
de mí mismo.
Sólo de ese modo
podrá vivir profundamente mi Alianza con Dios. NS
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