Texto del
Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel
tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.
Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas».
Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le
dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme,
y deja que los muertos entierren a sus muertos».
«Sígueme»
Comentario:
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos
personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los
bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no
querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen
cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias
materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en
medio de los vaivenes de este mundo.
Como entonces, algo parecido pasa en nuestro
mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de
Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y
el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa
de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a
nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo
desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o
el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos
actualmente.
En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y
de confianza del Papa San Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser
moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor,
el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado
materializada y que cierra las puertas al Espíritu.
«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la
cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos
dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las
cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas
terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada».
Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.
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