Presbítero y
Mártir, 30 de Junio
Martirologio Romano: En Lviv, en Ucrania, conmemoración del beato Zenón Kovalyk,
presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de
un régimen hostil a Dios alcanzó la palma gloriosa en un día desconocido. (1941)
Etimológicamente: Zenón =
Aquel supeditado a Dios, es de origen griego.
Zenón Kovalyk nace el 18 de agosto de 1903 en la
aldea de Ivachiv Horishniy cerca de Ternopil, en el seno de una familia
campesina y pobre. Antes de hacerse religioso trabaja como maestro de primaria
en su aldea. Tiene un carácter fuerte y no llega nunca a componendas con su fe.
Desde su infancia, el sueño de Zenón es ser sacerdote. Una vez descubierta su
vocación a la vida consagrada, Zenón Kovalyk entra en los Redentoristas.
Profesa el 28 de agosto de 1926; poco después es enviado a Bélgica a fin de
completar sus estudios de filosofía y teología.
De regreso a Ucrania, Zenón Kovalyk es ordenado
sacerdote el 9 de agosto de 1932; celebra su primera misa solemne el 4 de
septiembre en su aldea natal, Ivachiv. Los pequeños iconos que conmemoran su
ordenación llevan el siguiente texto: “Oh Jesús, acéptame (como sacrificio)
juntamente al Santo Sacrificio de tu Cuerpo y de tu Sangre: recíbelo por la
Santa Iglesia, por mi Congregación y por mi madre patria”. Cristo aceptó estas
palabras que fueron una auténtica ofrenda. Bien pronto supo el Padre Kovalyk
que estas palabras habían sido proféticas y que también muy pronto - solamente
nueve años más tarde - habrían de cumplirse con su martirio.
Tras su ordenación, el Padre Kovalyk parte
juntamente con el obispo Mykolay Charnetskyi hacia la región de Volhyn a fin de
trabajar en la obra de reconciliación con los ortodoxos ucranianos. El joven
sacerdote es una auténtica alegría para sus cohermanos. El Padre Kovalyk tiene
espíritu, tiene una bonita voz y posee una dicción muy cuidada. Es buen cantor
y un auténtico predicador que encandila a todos. Su devoción y labor apostólica
atrae a millares de personas. El Padre Kovalyk ama de todo corazón a la Madre
de Dios y no deja nunca de mostrar su sincera piedad hacia María. Estas
cualidades hacen ciertamente que el Padre Kovalyk tenga un gran éxito en su
actividad misionera.
Tras varios años de trabajo en la región de Volhyn, el Padre Kovalyk se traslada a Stanislaviv (ahora Ivano-Frankvsk) para dirigir las misiones que se dan en la ciudad y en las aldeas circunstantes. En 1939, poco antes de la invasión soviética, se traslada a Lviv, al monasterio redentorista de calle Wyblykevycha (ahora Ivana Franka) y se encarga de la economía del monasterio. El celoso sacerdote continúa también predicando la Palabra de Dios cuando da comienzo la invasión soviética. Un campo importante del trabajo del P. Kovalyk es el de las confesiones; es una actividad apostólica en la que tiene particular éxito: está siempre rodeado de gran número de fieles que buscan su ayuda espiritual. Mientras la mayor parte de los ucranianos de Galizia se encuentran acobardados por el terror, el Padre Zenón da muestras de un ánimo admirable. Muchos predicadores se han vuelto ya extremadamente cautos en sus sermones. Tratan de eludir los temas espinosos de la actualidad y se centran en exhortar al pueblo a ser fiel a Dios. El Padre Kovalyk, por el contrario, no tiene nunca miedo a condenar abiertamente las costumbres ateas introducidas por el régimen soviético. Sus sermones causan un fuerte impacto en los oyentes pero, al mismo tiempo, son un peligro no pequeño para el predicador. Avisado por los amigos del posible peligro que corre a causa de su modo de predicar, el Padre Kovalyk responde: “Acogeré con alegría la muerte, si ésta fuera la voluntad de Dios, pero no abandonaré nunca mis compromisos con mi conciencia de predicador”. Él último gran sermón del Padre Kovalyk tuvo lugar en Ternopil el 28 de agosto de 1940 con ocasión de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios. Aquel día los fieles que escuchaban al Padre Kovalyk eran alrededor de diez mil. Su sueño de martirio se realizaría pocos meses más tarde.
Tras varios años de trabajo en la región de Volhyn, el Padre Kovalyk se traslada a Stanislaviv (ahora Ivano-Frankvsk) para dirigir las misiones que se dan en la ciudad y en las aldeas circunstantes. En 1939, poco antes de la invasión soviética, se traslada a Lviv, al monasterio redentorista de calle Wyblykevycha (ahora Ivana Franka) y se encarga de la economía del monasterio. El celoso sacerdote continúa también predicando la Palabra de Dios cuando da comienzo la invasión soviética. Un campo importante del trabajo del P. Kovalyk es el de las confesiones; es una actividad apostólica en la que tiene particular éxito: está siempre rodeado de gran número de fieles que buscan su ayuda espiritual. Mientras la mayor parte de los ucranianos de Galizia se encuentran acobardados por el terror, el Padre Zenón da muestras de un ánimo admirable. Muchos predicadores se han vuelto ya extremadamente cautos en sus sermones. Tratan de eludir los temas espinosos de la actualidad y se centran en exhortar al pueblo a ser fiel a Dios. El Padre Kovalyk, por el contrario, no tiene nunca miedo a condenar abiertamente las costumbres ateas introducidas por el régimen soviético. Sus sermones causan un fuerte impacto en los oyentes pero, al mismo tiempo, son un peligro no pequeño para el predicador. Avisado por los amigos del posible peligro que corre a causa de su modo de predicar, el Padre Kovalyk responde: “Acogeré con alegría la muerte, si ésta fuera la voluntad de Dios, pero no abandonaré nunca mis compromisos con mi conciencia de predicador”. Él último gran sermón del Padre Kovalyk tuvo lugar en Ternopil el 28 de agosto de 1940 con ocasión de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios. Aquel día los fieles que escuchaban al Padre Kovalyk eran alrededor de diez mil. Su sueño de martirio se realizaría pocos meses más tarde.
La noche del 20-21 de diciembre de 1940, los
agentes de la policía secreta soviética penetraron en el monasterio de los
Redentoristas para detener al Padre Kovalyk por sus sermones con ocasión de la
Novena de la Inmaculada que tuvieron lugar en la iglesia del monasterio. Antes
de dejar a sus cohermanos, el Padre Kovalyk pidió a su superior, Padre De
Vocht, su última bendición y absolución.
Durante mucho tiempo los Redentoristas trataron de
saber el paradero de su cohermano detenido, pero solo hasta abril de 1941 no
llegaron a saber que el Padre Kovalyk había sido confinado como preso en la
calle Zamarstynivska (la famosa prisión Brygidky). Durante su reclusión, que
duraría seis meses, el Padre Kovalyk padece 28 penosos interrogatorios; tres
veces es conducido a otras tantas cárceles para ser interrogado en ellas.
Después de uno de estos interrogatorios, especialmente acompañado de torturas,
el Padre Kovalyk enferma a causa de una hemorragia masiva.
Mientras permanece recluido en la prisión, el Padre
Kovalyk continúa con su labor apostólica. Comparte una mísera celda (4,20m por
3,50m) y sin mobiliario alguno con otros 32 compañeros. El Padre Kovalyk reza
el rosario todos los días juntamente con los prisioneros y un rosario entero el
domingo. Además, dirige la oración litúrgica; durante el mes de mayo organiza
plegarias a la Madre de Dios y el día de Reyes invita a sus compañeros a la
bendición del agua. Además de orar, el Padre Kovalyk administra el sacramento
de la reconciliación, dirige ejercicios espirituales y enseña el catecismo,
consuela a sus compañeros narrando -con su estilo típico e ingenioso- diversas
historias religiosas. No es de asombrar, por tanto, el hecho de que los
prisioneros -gente con una extrema necesidad de esperanza y de consuelo-
quisieran de todo corazón al Padre Kovalyk por su celo apostólico.
En 1941, cuando las tropas alemanas comienzan su
ofensiva, los guardianes de la prisión, ansiosos por huir, y al ver que no
pueden llevar consigo a los prisioneros, disparan sobre ellos. Pero no les
basta con la intención de matar al Padre Kovalyk disparándole; recordando sus
sermones sobre Cristo crucificado, lo clavan en el muro de la prisión a la
vista de sus compañeros prisioneros. Cuando las tropas alemanas entran en Lviv,
abren rápidamente las cárceles para limpiar el lugar de la pila de cadáveres
putrefactos. La gente corre a las prisiones con la esperanza de encontrar algún
pariente. Todos testimoniarán la horrible visión de aquel sacerdote crucificado
en la pared de la prisión, su abdomen abierto en canal y en su interior un feto
humano.
Para describir al Padre Zenón Kovalyk podemos
emplear justamente las palabras de vísperas del común de Mártires que se
refieren al soldado glorioso e invencible que, armado con la Cruz, vence al
enemigo y recibe la corona de la victoria del único Vencedor y Dios que reina
por siempre. El dichoso martirio del Padre Zenón Kovalyk puede servir como
representación gráfica de las siguientes palabras de la Biblia: “Las almas de
los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los
ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su
salida, y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos
están en la paz su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una breve pena
recibirán largos beneficios, pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos
de sí” (Sab. 3, 1.4-5).
Teniendo en cuenta los testimonios sobre la vida
virtuosa del P. Zenón Kovalyk y, sobre todo, su perseverancia, su ánimo y su
fidelidad a la Iglesia de Cristo durante el período de persecución, su proceso
de beatificación se inició con ocasión del año Jubilar. Concluido el proceso a
nivel de Eparquía, el 2 de marzo de dicho año es enviada la causa a la Sede
Apostólica. El 6 de abril, la comisión teológica reconoce el martirio del Padre
Kovalyk; el 23 del mismo mes es estudiado su martirio por la asamblea de
Cardenales y el 24 de abril de 2001 el San Padre Juan Pablo II firma el decreto
de beatificación del P. Zenón Kovalyk, beato mártir de la fe cristiana.
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