Mártires
Laicos, 28 de Junio
Martirologio
Romano: Beatos Sabás Ji Hwang y Matías Choe In-gil, laicos
asesinados por odio a la fe en Corea. († 1795)
Fecha de beatificación: 16 de
agosto de 2014, junto a otros 122 mártires coreanos, por el Papa Francisco.
Sabás Ji Hwang, nació en el seno de
una familia de músicos en la corte real coreana. Cuando se enteró de que el
Evangelio fue proclamado en Corea se ofreció como voluntario para aprender el
catecismo, y se convirtió al catolicismo. Fue diligente y honesto y se dedicó a
amar a Dios y practicar su religión. Incluso fue decidido a dar su vida por
Dios. Nunca tuvo miedo o confusión cuando se enfrentó con el peligro, la
pobreza o el sufrimiento.
Desde 1789, los líderes católicos en Corea hicieron
grandes esfuerzos para invitar a los sacerdotes a Corea. El primer intento en
1791 terminó en un fracaso. Todas sus esperanzas de tener un sacerdote entre
ellos se detuvieron a causa de la persecución que se desató a finales de ese
año. No fue sino hasta 1793 que se reanudaron sus esfuerzos para invitar a un
sacerdote. Pablo Yun Yu-il, que ya había estado en Pekín, Sabas Ji y Juan Pak
fueron seleccionados para ir a Pekín como enviados secretos.
Paul Yun se quedó en la frontera. Durante su
estancia en Pekín, Sabás fue recibido por el obispo A. Gouvea. El obispo quedó
impresionado por su profunda piedad y escribió lo siguiente: “Hemos sido
testigos de la fe de Sabás Ji. En 1793 durante su estancia de cuarenta días en
Pekín recibió los sacramentos de la Confirmación, la Penitencia y la Santa
Comunión con ardiente devoción y lágrimas en los ojos. Al ver esto, los fieles
de Pekín se conmovieron profundamente”.
En 1794, el obispo envió el Padre Jaime Zhou Wen-mo
como misionero a Corea. Entrar en el país asiático era toda una odisea plagada
de peligros… pero Sabás, con gran capacidad de organización, consiguió que el
sacerdote llegara sano y salvo a la casa que el beato Matías Choe In-gil había
adquirido en Seúl y marcado como «segura».
El Padre James Zhou pasó unos meses en la
clandestinidad a salvo, pero, finalmente, la Corte real supo de su presencia
por los informes de un espía camuflado. Afortunadamente, gracias a la ayuda de
los fieles el Padre James Zhou logró escapar a otra casa. Matías Choe, el dueño
de la casa, Sabás Ji y Pablo Yun, que le ayudaron a evadir a los guardias
fronterizos, fueron arrestados.
Sabás Ji y sus compañeros fueron trasladados a la
Jefatura de Policía y severamente castigados. Fueron torturados repetidamente
para obligarlos a confesar el paradero del padre James Zhou, pero se negaron a
entregarle. Más bien, sus rostros reflejaban que sus corazones estaban llenos
de gozo celestial. Los perseguidores, al
darse cuenta de que no iban a traicionar Padre James Zhou, los golpearon hasta
la muerte. Sus cuerpos fueron arrojados al río Han en secreto. Saba Ji
tenía 28 años.
El Obispo A. Gouvea, al oír la historia completa de
su martirio, a través de un enviado secreto, escribió sobre el valor que Sabás
Ji y sus compañeros, que habían mostrado en el momento de su martirio: “A la
pregunta del perseguidor: ¿Adoras a Jesús que murió en la cruz?, respondieron
con valentía; ¡Sí!. Cuando se les pidió que renunciaran a su fe en Cristo, declararon:
Estamos dispuestos a morir mil veces antes que renunciar a nuestra fe en nuestro
verdadero Salvador Jesucristo”.
Matías Choe In-gil,
nació en Corea en el seno de una familia de actores. Era hermano del beato
Ignacio Choe In-gil, que también fue martirizado. Conoció el catolicismo
gracias al beato Juan Bautista Yi Byeok y fue bautizado en 1784. Desde el
inicio de su bautismo tomó la misión de predicar el Evangelio junto a los otros
fieles de aquella comunidad. Cuando el beato Pablo Yun Yu-il, regresó de Pekín
con el fin de conocer las comunidades cristianas, ya formadas y con sacerdotes
al frente, Matías dedicó todos sus esfuerzos en buscar la forma de introducir
sacerdotes en Corea, a pesar de la prohibición de las autoridades coreanas. Se
le confió el encargo de encontrar escondites seguros para los misioneros.
Consiguió una habitación en Gyendong (actual
Gye-dong Jongno-gu, en Seul) para los sacerdotes que debían llegar desde China.
El primero que llegó fue el P. Jaime Zhou Wen-mo, en 1794, pero la Corte
coreana se enteró por un espía de esta llegada y comenzó una caza al misionero
para expulsarlo. Milagrosamente este sacerdote consiguió huir gracias a otra
convertida. Mientras tanto Matías, esperaba a la guardia real en su propia
casa, haciéndose pasar por el misionero chino… pero… su magnífica actuación (ya
que hablaba perfectamente el chino) después de que fuera capturado, su
verdadera identidad fue descubierta, pero consiguió su fin que el P. Zhou
pudiera escapar.
En la cárcel, junto a otros compañeros, fueron
torturados para hacerles hablar. Pero los torturadores se sintieron confundidos
ante la firmeza y sinceridad de estos mártires, que a pesar de las palizas no
delataron el lugar donde se había escondido el P. Zhou; por ello los guardianes
decidieron azotarlos con una fusta hasta su muerte. Matías tenía 30 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario