Que el sistema
inmune es la barrera natural del organismo contra el ataque de
virus y bacterias es algo que las gran mayoría tenemos bien aprendido. Lo que
sigue siendo constante materia de investigación es cuál o cuáles de las
proteínas y demás sustancias que lo componen son las más efectivas para frenar
a los enemigos invisibles.
La pandemia de coronavirus puso a los científicos del mundo a indagar
el funcionamiento de cada recoveco dentro de esta red de protección con la que
contamos todos los seres humanos, más o menos fortalecida pero siempre
presente. Y en esta misión algunos hallazgos resultan bastante alentadores.
Uno de los más recientes proviene de
la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (UMSOM), donde se
evaluaron varios anticuerpos
humanos para determinar la combinación más potente que se mezclaría
en un cóctel y se usaría como una prometedora terapia antiviral contra el virus
causante del COVID-19.
En el estudio, realizado en colaboración con
científicos de una compañía biotecnológica de Estados Unidos, y publicado este martes en la revista Science, se
demuestra el rápido proceso de aislar, probar y producir terapias de
anticuerpos contra cualquier enfermedad infecciosa
mediante el uso de plasma de
pacientes recuperados con COVID-19.
El cóctel de anticuerpos evaluado por los
investigadores de la UMSOM se usará para tratar a enfermos de COVID-19 en un
ensayo clínico que se lanzó la semana pasada. Se utilizarán proteínas
que el sistema inmunitario produce de forma natural en respuesta a invasores
extraños como virus y bacterias, y que son la base de terapias que se
probaron por primera vez a fines del siglo XIX, cuando los investigadores
utilizaron un suero derivado de la sangre de animales infectados para tratar la difteria.
Para producir los llamados anticuerpos monoclonales
para un cóctel capaz de combatir al COVID-19, los investigadores primero
necesitaban identificar cuáles son los que atacan al nuevo coronavirus de manera más efectiva.
Esto implicó determinar qué anticuerpos podrían
unirse más eficazmente a la proteína espiga que se encuentra en la superficie
del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19. El equipo evaluó miles de
anticuerpos humanos de donaciones de plasma de pacientes recuperados de la
enfermedad.
“La capacidad del equipo de investigación para
obtener rápidamente anticuerpos usando estos métodos nos permitió detectar sus
anticuerpos seleccionados contra virus vivos para determinar cuáles tenían los efectos
antivirales más fuertes”, dijo el coautor del estudio Matthew Frieman, profesor
asociado de Microbiología e Inmunología en la UMSOM. Él experto viene
estudiando coronavirus durante los últimos 16 años e investiga cuidadosamente
el SARS-CoV-2 en su laboratorio seguro desde febrero.
El equipo de científicos evaluó cuatro de los
anticuerpos más potentes para determinar el potencial de cada uno de ellos para
neutralizar el virus SARS-CoV-2, e identificaron
los dos que formarían la mezcla más poderosa cuando se usan en
combinación.
“Un objetivo importante de esta investigación fue
evaluar los anticuerpos más potentes que se unen a diferentes moléculas en la
proteína espiga, para que puedan mezclarse como tratamiento”, dijo el coautor
del estudio, Stuart Weston, investigador postdoctoral en el Departamento de
Microbiología e Inmunología.
El cóctel que contiene los dos anticuerpos ahora se
está probando en un nuevo ensayo clínico que investigará si la terapia puede
mejorar los resultados de los pacientes con COVID-19 (tanto los que están
hospitalizados como los que no). También se probará como una terapia preventiva
en personas sanas pero con alto riesgo de enfermarse porque trabajan en un
entorno de atención médica o han estado expuestas a una persona infectada.
“Nuestros investigadores continúan brindando avances
vitales en todos los frentes para ayudar a combatir la pandemia de COVID-19 y,
en última instancia, salvar vidas. Esta investigación en particular no solo
contribuye a una nueva terapia potencial contra el virus, sino que podría
tener implicaciones más amplias en términos del desarrollo de terapias de
anticuerpos monoclonales para otras enfermedades”, expresaron los autores del
estudio.
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