La vacuna contra la COVID-19 que
está desarrollando la Universidad de Oxford, en Reino Unido, generó grandes
expectativas este lunes 20-07, tras mostrar que es segura y capaz de provocar
una respuesta inmune en la fase de pruebas.
Los ensayos, en los que
participaron 1.077 personas, mostraron que la vacuna genera anticuerpos y las
llamadas células T que pueden combatir el coronavirus. Los hallazgos del laboratorio británico son
alentadores, pero hay que enfatizar que todavía es demasiado pronto para saber
si esto es suficiente para garantizar protección. Aún falta demostrar si la vacuna puede evitar que las
personas se enfermen o incluso disminuir sus síntomas.
“Todavía queda mucho
trabajo por hacer antes de que se pueda confirmar si la vacuna ayudará a
manejar la pandemia de COVID-19, pero estos primeros resultados son
prometedores”, señaló Sarah Gilbert, investigadora del equipo de Oxford.
¿Cómo funciona?
La vacuna, llamada ChAdOx1
nCoV-19, está hecha de un virus genéticamente modificado que causa el resfriado
común en los chimpancés. Se modificó en gran
medida para que no pueda causar infecciones en las personas y también para
hacer que ‘se parezca’ más al coronavirus. Para modificarla, los investigadores
le transfirieron a la vacuna información genética de la ‘proteína espiga’ del
SARS-CoV-2, la herramienta crucial que utiliza el coronavirus para invadir
nuestras células. Esto significa que la
vacuna se parece al coronavirus, y esto le da al sistema inmune la posibilidad
de aprender cómo atacarlo.
¿Qué son los anticuerpos
y las células T?
El foco de los estudios sobre
coronavirus se ha centrado mayormente en los anticuerpos, pero estos son solo
una parte de nuestra defensa inmune. Los anticuerpos son pequeñas proteínas producidas por el sistema
inmunitario que se adhieren a la superficie de los virus. Los anticuerpos neutralizantes pueden desactivar la
enfermedad.
Las células T, en cambio, son un
tipo de glóbulo blanco que ayuda a coordinar el sistema inmunitario y que
pueden detectar qué células del cuerpo han sido infectadas y destruirlas. Casi todas las vacunas efectivas inducen tanto
anticuerpos como células T, también llamadas linfocitos T. Los niveles de las células T alcanzan su punto máximo
14 días después de la vacunación y los niveles de anticuerpos después de 28
días.
El estudio de Oxford todavía es
muy reciente como para entender cuánto puede durar esta protección, según
reseñó la revista médica británica The Lancet. El estudio mostró
que el 90% de las personas desarrollaron anticuerpos neutralizantes después de
una dosis.
Solo 10 personas recibieron 2
dosis y todas produjeron anticuerpos neutralizantes.
“No sabemos el nivel
necesario para lograr la protección, pero podemos maximizar la respuesta con
una segunda dosis”, le explicó a la BBC Andrew Pollard, del grupo de investigación de Oxford.
¿Hubo efectos
secundarios?
No hubo reacciones peligrosas a la
vacuna. Sin embargo, el 70% de las personas en el ensayo desarrolló fiebre o
dolor de cabeza, síntomas que según los investigadores pueden tratarse con
paracetamol.
¿Cuáles son los próximos
pasos?
El
objetivo principal es garantizar que la vacuna sea lo suficientemente segura
como para suministrarla a la población. Más de 10.000 personas participarán en
la próxima etapa de los ensayos en Reino Unido. También participarán 30.000
personas en EEUU, 2.000 en Sudáfrica y 5.000 en Brasil.
¿Qué progreso se está haciendo
con otras vacunas?
La vacuna de Oxford no es la
primera en llegar a esta etapa, laboratorios de EEUU y China también han
publicado resultados similares.
La empresa estadounidense Moderna
fue la primera en afirmar que su vacuna puede producir anticuerpos
neutralizantes. Esa vacuna inyecta ARN de coronavirus (su código genético), que
luego comienza a producir proteínas virales para desencadenar una respuesta
inmune.
Las compañías BioNtech y Pfizer
también han tenido resultados positivos al usar su vacuna de ARN. Una técnica
similar a la de Oxford, desarrollada en China, también parece prometedora.
Sin embargo, todos estos intentos
están prácticamente en el límite absoluto de los avances científicos y no está
demostrado que funcionen. En total, hay 23 vacunas
de COVID-19 en ensayos clínicos en todo el mundo y otras 140 en desarrollo en
etapas tempranas. BP
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