En la nutrición hay mitos que de tan afianzados ni siquiera
generan dudas: funcionan como verdades indiscutidas. Algunos son inocentes, no
cumplen lo que prometen, pero tampoco hacen mal. Otros, en cambio, promueven
algo en nombre de la salud y generan lo contrario, por eso es bueno estar
advertidos. A continuación, cinco de ellos.
Los vegetales hervidos son
nutritivos
Puré de zapallo con pollo hervido, parece la síntesis por
excelencia de lo saludable y lo nutritivo, pero los especialistas señalan que
la buena fama de esa ‘comida de hospital’, como se la suele tildar, es bastante
inmerecida.
“No es tan sano porque cuando los alimentos se sumergen en
abundante cantidad de agua a muy alta temperatura algunos
nutrientes se pierden”, explica la licenciada en nutrición
Mariana Sánchez. ¿Dónde quedan esas vitaminas y minerales? Flotando, por eso si
se consume solo lo sólido y se tira el caldo, lo
más nutritivo se desperdicia.
La licenciada María Isabel García, coordinadora académica de la
Licenciatura de Nutrición de iSalud
da un ejemplo para dejar en claro que este método de cocción va en detrimento
del nivel de minerales. “Hay pacientes con problemas renales, por ejemplo, que
quieren comer papas o batatas, pero como son ricas en potasio, se les indica
ponerlas en remojo, luego retirar esa agua y hervirlas en agua nueva”, explica.
Cuanto más rápida es la cocción, menor es la pérdida de nutrientes.
Por eso, si se trata de verduras que no se pueden comer crudas, se
recomienda cocinarlas al vapor o
hacerles un simple blanqueo. La misma regla aplica para las frutas. “Algunas
vitaminas, como la C, no resisten el calor, si se las usa en un budín sus
nutrientes se pierden”, agrega García.
El pan negro es más saludable que
el blanco
A la hora de las elecciones saludables, casi nadie lo duda: lo
integral es mejor. Bueno, llegó el momento de ponerle pinzas al asunto. “No es
tan así, los panes o arroces integrales suelen contener algo de fibra, pero si
se consumen verduras y frutas a diario es innecesario elegir la versión integral de
los alimentos, ya que la cantidad de fibra estaría cubierta”, indica Sánchez.
En ese caso, solo el gusto debería guiar la elección; las calorías tampoco
inciden.
García, en tanto, hace una advertencia poco conocida: “Muchas veces
para poder amasar bien el salvado se requiere más cuerpo
graso, entonces se le agrega manteca, aceite o algún producto
de ese tipo, y eso los hace no muy saludables, aunque sí siempre van a aportar
más fibras”.
El jugo de pomelo o limón en
ayunas ayuda a quemar grasas
Cuando se buscan fórmulas mágicas -que por supuesto no existen-
para perder peso, Google y las abuelas aseguran que exprimir un cítrico y
beberlo en ayunas quema grasas. Sin embargo, ese ‘viejo truco’, como diría el
Superagente 86, no funciona.
“El jugo de cualquier fruta hidrata y aporta vitaminas, minerales y
algo de fibra. Para que se produzca la 'quema de grasas' se requiere un
proceso de combustión en el organismo que se logra con ejercicio
físico eficaz de manera constante más una restricción de
calorías”, indica Sánchez. Ninguna investigación científica comprobó esta
supuesta propiedad de los cítricos en el ayuno, se trata 100% de un mito.
Por otra parte, la recomendación extendida es que es preferible
consumir la fruta entera y no el jugo exprimido, ya que así aporta mayor
contenido de fibra y más saciedad.
En una dieta saludable hay que
evitar hidratos de carbono
“Mito, mito, mito”, dice al borde de la exasperación Sánchez. Es
que, de acuerdo a la experta, es la falta de este macronutriente la que
llevaría a una alimentación poco saludable, ya que son la principal fuente de
combustible para el cuerpo.
Y aunque suele pensarse que los carbohidratos son sinónimo de
harinas y dulces, vale recordar que las frutas y las verduras también entran en
ese grupo. En ese sentido, es cierto que una alimentación
saludable debe darle prioridad a los “carbohidratos que vienen acompañados de
otros nutrientes en lugar de aquellos que solo aportan azúcares simples, como
los productos de pastelería”, agrega la especialista.
No hay lista negra para la papa, los cereales y el arroz. “Debemos incluirlos y si es posible cocinarlos y dejarlos en la
heladera hasta el día siguiente. Eso hace que el almidón se torne resistente y
no se digiera completamente, actuando así de manera similar a la fibra”,
explica Sánchez. Es decir, que enlentece la digestión -el azúcar en sangre
asciende de manera mucho más lenta- y alimenta a las bacterias intestinales.
El huevo aumenta el colesterol
El huevo goza hoy de buena salud. Pero no siempre fue así. Durante
años tuvo mala reputación debido a que se lo vinculaba con el aumento del nivel
de colesterol. Sin embargo, las guías alimentarias actuales lo reivindican como
un alimento saludable y recomiendan el consumo de hasta una unidad por día.
Incluida las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), elaborada
por el Ministerio de Salud de la Nación.
El huevo es reivindicado como una proteína de alta calidad.
Es que, si bien contiene colesterol, es muy bajo en grasas saturadas y no
contiene grasas trans, que es lo que realmente tiene que evitar la persona con
colesterol elevado. Es, además, bajo en calorías (sólo 75 por unidad) y rico en
casi todas las vitaminas y minerales, sólo carece de vitamina C y fibras, por
lo que los nutricionistas aconsejan consumirlo acompañado de vegetales y
frutas.
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