Las infecciones son, en
su gran mayoría, cuadros virales: resfríos causados por el rinovirus y gripes
causadas por el virus influenza. En algunas
oportunidades, estas infecciones pueden complicarse con una infección
bacteriana como las neumonías, muchas veces motivo de internación.
Este
año, estamos mejor preparados que en otras oportunidades para hacerle frente a
estas enfermedades:
- Hemos incorporado el lavado de manos como hábito
diario.
- Aprendimos a toser y estornudar en el pliegue del
brazo.
- Cumplimos con la vacunación antigripal
(herramienta fundamental en los niños de entre seis y 24 meses, embarazadas,
puérperas, mayores de 65 años y aquellas personas inmunodeprimidas o con
patologías asociadas, entre otras) y la vacuna antineumocócica.
- Estamos acostumbrados al uso del tapabocas, que
pasó a ser obligatorio.
Estas medidas nos protegen de las enfermedades
típicas de la estación invernal. A esto debemos sumarle la ventilación de los
ambientes y una dieta balanceada.
Otra afección que se
presenta en esta fecha por las bajas temperaturas es la intoxicación por
monóxido de carbono. Esto se debe al uso de la calefacción que se usa
para mantener en los ambientes a una temperatura agradable, de entre 20-23°C.
El monóxido de carbono es un gas venenoso y altamente tóxico que no tiene color
ni olor, por eso se lo conoce con el nombre de “asesino invisible” o el “gran
simulador”. Este gas es producto de la combustión incompleta del carbono que
está en la madera, el kerosene, el alcohol y el gasoil. Es muy importante que,
todos los años, antes de encender los aparatos de calefacción sean supervisados
por especialistas matriculados.
El especialista debe revisar las salidas al
exterior de gases quemados y las ventilaciones: cuando algo no anda bien, la
presencia de una mancha oscura en el techo, sobre la estufa o sobre el
recorrido del tubo de salida de gases es un signo de alarma.
La circulación de aire es necesaria y debe ser
proporcional a la fuente de volumen de oxígeno de cada uno de los distintos
ambientes.
Las
medidas de prevención más importantes son las siguientes:
- Los artefactos más seguros son los de tiro
balanceado.
- Los calefones, termotanques no deben instalarse
en lugares cerrados (como el baño) o mal ventilados
- No encender hornallas ni hornos para calentar
ambientes.
- Controlar que la llama de los artefactos sea
siempre de color azul, esto indica que la combustión es completa. La llama de
color anaranjado o rojo indica la presencia de monóxido de carbono.
- En caso de encender brasas, no se debe alimentar
el fuego con ningún elemento que desprenda gases o vapores que contaminen el
aire. Tampoco se debe dormir con las brasas encendidas, por el peligro de
desprendimiento de alguna chispa y un posible incendio.
- No encender motores en garajes cerrados.
Se debe recordar que todas las intoxicaciones por monóxido de carbono son evitables, y
que por año mueren alrededor de 200 personas.
Para este tipo de intoxicaciones no hay diferencias
de estratos sociales, ni de grupos etarios.
La
intoxicación por monóxido de carbono se manifiesta por:
- Cefalea
- Mareo
- Cansancio
- Sueño excesivo
- Alteraciones visuales
- Náuseas y vómitos
- Convulsiones
- Estado confusional
Ante la aparición de alguno de estos síntomas se
debe ventilar de inmediato el ambiente y concurrir al centro médico más
cercano.
Por último, no debemos olvidar la hipotermia, que es el descenso de la temperatura
corporal por debajo de los 35°C. Las personas en situación de calle son las más
vulnerables ya que, además, no cuentan con un estado nutricional óptimo ni con
la ingesta de agua suficiente.
Es importante desterrar el mito de que las bebidas
alcohólicas blancas (gin, vodka y anís, entre otras) o el café son las
apropiadas para combatir el frío. Muy al contrario: aumentan el metabolismo y
producen mayor pérdida de calor del cuerpo. SMC
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