Un aguador llevaba dos vasijas de agua pendiendo de un palo que sostenía
en su espalda. Las dos vasijas eran de barro. Él iba andando el camino de
regreso al pueblo con los recipientes recién llenos. Una de las vasijas se
decía a sí misma que era la mejor vasija, que era la que mejor hacía el trabajo
y se auto adulaba en voz alta para que la otra la escuchara; le decía a la otra
que no servía para nada porque estaba un poco más desgastada y rota, y ésta se
sentía mal por su poca capacidad para mantenerse llena, ya que algunas veces
goteaba agua…
Pasaba el tiempo y en ese recorrido diario la vasija menos desgastada se
encargaba de hacer sentir mal a la otra vasija más usada; ésta cada vez se
sentía peor con su dueño ya que la grieta se iba haciendo grande y se le caía
mayor cantidad de agua.
Un día la vasija agrietada no pudo más y le dijo a su dueño que la
perdonara, que no podía seguir brindándole el servicio, que mejor la cambiara
por una nueva, que el viaje en el que estaban era el último. Le dijo también
que se sentía mal por haberle tirado tanta agua.
El dueño le contestó que no le daría una respuesta en ese momento pero
que le pedía que de regreso se fijara en el lado derecho del camino (aquel
donde ella tiraba agua al regresar). La vasija sin entender mucho asintió y le
hizo caso. El espectáculo fue hermoso, el camino estaba lleno de flores de
todos los colores y estas se veían lindas y llenas de vida, como si las hubiesen
regado a diario.
El dueño le dijo a la vasija, -¿Ves todas las flores que hay en el
camino? Yo sabía de tus grietas y por eso sembré semillas de flores en tu lado
del camino para que las fueras regando y poder sacar provecho de tus grietas.
Estas flores adornan el camino para todas las personas que pasan, y por ello
para mí es muy importante que sigas colaborando ya que estas flores se tienen
que estar alimentando del agua que tú les proporcionas-.
La vasija agrietada no tuvo más remedio que asentir con una sonrisa. Ante
todo, era útil a pesar de sus limitaciones.
Como te podrás dar cuenta, esta historia se puede utilizar para hacer
muchas analogías en la vida. Personalmente me gusta mucho ya que me hace pensar
en las limitaciones que he tenido. Todo tiene un sentido y ocurre por alguna razón. Algún
día, si Dios quiere, me tocará ver las flores que he podido regar en el camino.
Es una historia linda pero sencilla. Llena de esperanza, una virtud que
se debe cultivar a diario y que me he dado cuenta que tiene su base en la sana
autoestima, y que su falta es lo que nos lleva repetidas veces a la depresión.
Vivimos en una sociedad centrada en lo que ‘puedes’ y ‘sabes’ hacer. Muchas veces nos enfocamos en lo que somos capaces de producir en vez
del valor que aquello tiene. Me ha pasado y supongo que a la mayoría nos pasa,
que cuando sólo vemos lo que nos limita, nuestra autoestima se puede ver muy
afectada, es ahí donde comienzan las neurosis. Un autor comenta “la neurosis es
una división interior” y cuando te enfocas en algo que no te impulsa, si no,
que al contrario, te da para abajo, el ánimo se divide y el discurso interior
se vuelve contra nosotros mismos.
Es lógico que sea el inicio de las neurosis. Y al contrario, la
tranquilidad interior de la que se puede partir para superarse a sí mismo es la
que viene de enfocarse en las fortalezas.
De la misma manera en la historia de las vasijas podemos analizar el
personaje de la vasija que le señala sus errores a la otra, puede verse
representada en las personas que sólo ven lo malo de los demás y que además se
los señalan todo el tiempo. Esta actitud también la podemos encontrar dentro de
nosotros mismos. Digamos que en nuestra mente está también la mentalidad de la
vasija criticona que todo el tiempo nos está diciendo en qué la regamos y nos
recuerda nuestras limitaciones. Este discurso interno negativo es una de las
características de las personas con baja autoestima. Aquí te dejo algunas que
investigué, te sugiero que hagas un examen sobre cuál es la actitud mental por
la que más te inclinas.
Características de las
personas con baja autoestima.
(Según José de Jesús
Aguilar Valdés en su libro: El camino del amor)
Autocrítica: Una persona con baja autoestima se critica y se juzga duramente,
también culpa a los demás de lo que sucede, quiere tener el control de las
situaciones y se siente insatisfecha.
Responsabilidad: La persona con bajo nivel de autoestima se queda en
el papel de víctima, donde todas las personas, cosas o situaciones son
culpables de su mala situación interior.
Respeto hacia sí mismo
y el propio valor como persona: La persona
que no se estima, se descuida fácilmente porque no reconoce su propio valor.
El límite de los
propios actos y de los actos de los demás: La persona que carece de autoestima difícilmente marcará límites,
permitirá ser lastimada por miedo a perder el cariño de los demás.
La autonomía: La persona que no ha desarrollado óptimamente su autoestima, va
por la vida determinado por las circunstancias, sentimientos y por dónde los
demás van indicando, proponiéndose metas que no logra, pierde la fe en su
capacidad de concluir algo…
La autoestima consumada
La autoestima plenamente consumada, es la experiencia fundamental de que
podemos llevar una vida significativa y cumplir sus exigencias, más
concretamente podemos decir que la autoestima es lo siguiente:
– La confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de
enfrentarnos a los desafíos básicos de nuestra vida
– La confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el
sentimiento de ser respetables, de ser dignos, y de tener derecho a afirmar
nuestras necesidades y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a
gozar del fruto de nuestros esfuerzos (Nathaniel Branden).
Espero que esta información sobre autoestima te sirva para mejorar en
este aspecto. Pienso que esto de la propia estima es una tarea que dura la
vida, ya que siempre podemos crecer en desarrollo personal, en habilidades, en valores y virtudes y sobretodo en la esperanza
que es la virtud de la que te hablé al principio y que imitando la actitud del
dueño de las vasijas de barro sepamos darle sentido a las grietas que se nos
presentan en la vida, y sobretodo sepamos regar las semillas para poder ver las
flores.
Estar seguros de que por difíciles que sean las circunstancias que se
nos presenten en el camino, siempre podrán ser regadas con el agua de la
esperanza y cosecharemos el perfume y los colores hermosos de las flores. EN
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