La retina es la encargada de transformar la luz que
ingresa a través de nuestros ojos en su viaje hacia el cerebro, en las imágenes que
percibimos. Pero más allá de su función visual, esta capa interna del globo
ocular también parece tener implicancia en la salud arterial desde la infancia. Así lo menciona un nuevo estudio publicado en Hipertensión, una revista de la American
Heart Association donde se indica que los niños pequeños con diámetros
estrechos de las arterias retinianas tienen más probabilidades de
desarrollar presión arterial más
alta. Mientras que los niños con niveles más altos de presión arterial
tienen mayor probabilidad de desarrollar insuficiencia microvascular retiniana
durante sus primeros años de vida.
La hipertensión arterial, el principal factor de
riesgo para el desarrollo de enfermedades
cardiovasculares (ECV), puede manifestarse ya en la
infancia, y la prevalencia entre los niños continúa aumentando. En efecto, en
estudios previos el análisis de los vasos sanguíneos en la retina ya había
mostrado ser un prometedor predictor de riesgo de ECV en adultos.
“La hipertensión continúa como el principal factor
de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y mortalidad”,
apuntan desde el departamento de deporte, ejercicio y salud de la Universidad
de Basilea en Suiza, donde se desarrolló la investigación. “Se necesitan
estrategias de prevención primaria
para identificar a aquellos con mayor riesgo de desarrollar hipertensión”,
señalan.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos
examinaron a 262 niños de 6 a 8 años en 2014, en quienes tomaron la presión
arterial y las mediciones arteriales de la retina. Ambas se repitieron en
2018 respetando la posición sentada y después de un mínimo de cinco
minutos de descanso, según las pautas de la Academia Estadounidense de
Pediatría. Estas normas utilizan las mismas medidas que las Pautas 2017 de la
Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología para la
prevención, detección, evaluación y manejo de la presión arterial alta en
adultos.
Los resultados del análisis indicaron que los niños
con diámetros de vasos retinianos más estrechos al inicio del estudio
desarrollaron una presión arterial sistólica más alta en el seguimiento. En
este sentido, ese parámetro podría explicar del 29% al 31% de los cambios en la
progresión de la presión arterial sistólica entre 2014 y 2018.
Por su parte, los niños con niveles de presión
arterial más altos al inicio del estudio desarrollaron diámetros arteriolares
significativamente más estrechos en el seguimiento, dependiendo del peso y la
aptitud cardiorrespiratoria. Así, las medidas iniciales de presión arterial
explicaron entre el 66% y el 69% del cambio en el diámetro arteriolar de la
retina desde el inicio hasta el seguimiento.
“Las evaluaciones en la primera infancia de la
salud microvascular de la retina y el control de la presión arterial pueden mejorar la clasificación del riesgo
cardiovascular. Las estrategias de prevención primaria oportunas para
los niños con riesgo de desarrollar hipertensión podrían contrarrestar su
creciente carga entre niños y adultos”, insisten desde el estudio.
Contra la fortaleza de estos hallazgos, los
involucrados mencionan que actualmente no existen valores de referencia para
los diámetros apropiados de los vasos retinianos en los niños, por lo que se
necesitan estudios futuros para determinar los valores normales relacionados
con la edad durante la infancia. A su vez, cabe aclarar que la etapa de
desarrollo, incluido el estado de la pubertad de cada niño, no se tuvo en
cuenta en el estudio, así como los factores genéticos o el peso al nacer,
variables que también podrían afectar el desarrollo de la presión arterial y la
salud microvascular.
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