En los adolescentes, el reloj biológico está
como retrasado, suele decir el especialista en cronobiología Diego Golombek.
Por eso es habitual que durante la noche estén activos, les cueste tanto
levantarse temprano y se los vea somnolientos
durante la mañana. Así que no puede responsabilizarse únicamente a
la cuarentena por el hecho de que chicos y chicas sigan en actividad
mientras el resto de los habitantes de la casa duerme. Pero sacando esta
situación excepcional, un estudio publicado esta semana mostró que
aquellos que se quedan despiertos hasta altas horas y amanecen más tarde
por la mañana tienen más probabilidades de sufrir asma y
alergias que sus pares que se acuestan y se levantan más temprano.
Se sabe que los síntomas del asma están fuertemente
relacionados con el reloj interno del cuerpo, pero este estudio publicado en la
ERJ Open Research - de la Sociedad Respiratoria Europea- es el primero
orientado a analizar cómo las preferencias individuales de sueño influyen
en el riesgo de asma en los
adolescentes.
Los investigadores dicen que el estudio refuerza la importancia del tiempo de sueño para
los adolescentes y abre un nuevo canal de investigación sobre cómo
el sueño afecta su salud respiratoria.
El trabajo fue dirigido por el doctor Subhabrata
Moitra, de la división de Medicina Pulmonar de la Universidad de Alberta
(Canadá), quien realizó la investigación mientras estaba en el Instituto de
Salud Global de Barcelona.
“El asma y las enfermedades alérgicas son comunes
en niños y adolescentes en todo el mundo y la prevalencia está
aumentando -señala-. Conocemos algunas de las razones de este aumento,
como la exposición a la contaminación y el humo del tabaco, pero aún
necesitamos saber más. Se sabe que el sueño y la melatonina, la 'hormona del sueño', influyen en el asma,
por lo que queríamos ver si la preferencia de los adolescentes por quedarse
despiertos hasta tarde o acostarse temprano podría estar involucrada en su
riesgo de asma”.
En el estudio participaron 1.684 adolescentes que
viven en Bengala Occidental, en India, de 13 y 14 años, que participaron en el
estudio de 'Prevalencia y factores de riesgo de asma y enfermedades
relacionadas con la alergia entre adolescentes' (PERFORMANCE).
Se le preguntó a cada participante sobre cualquier
sibilancia, asma o síntomas de rinitis alérgica, como secreción nasal y
estornudos. Se les hizo una serie de preguntas para juzgar si eran 'tipos
vespertinos', 'tipos matutinos' o intermedios, como a qué hora de la tarde o de la noche tienden
a sentirse cansados, cuándo elegirían despertarse y cuán cansados se
sienten a primera hora de la mañana.
Los investigadores compararon los síntomas de los
adolescentes con sus preferencias de sueño, teniendo en cuenta otros factores
que se sabe que afectan al asma y las alergias, como el lugar en el que
viven y si sus familiares fuman.
Descubrieron que la probabilidad de tener asma era
aproximadamente tres veces
mayor en los adolescentes que prefieren dormir más tarde en
comparación con aquellos que prefirieron dormir antes. También encontraron que
el riesgo de sufrir rinitis alérgica era dos veces mayor en los que dormían
tarde que en los que dormían temprano.
“Nuestros resultados sugieren que hay un vínculo entre el tiempo de sueño
preferido y el asma y las alergias en los adolescentes. No podemos
estar seguros de que quedarse despierto hasta tarde esté causando asma, pero
sabemos que la hormona del sueño melatonina a menudo no está sincronizada en
los que duermen tarde y eso, a su vez, podría estar influyendo en la respuesta
alérgica de los adolescentes”, explicó Moitra.
“También sabemos que los niños y los jóvenes están
cada vez más expuestos a la luz de
los teléfonos celulares, las tablets y otros dispositivos, y a quedarse
despiertos más tarde por la noche -añadió-. Alentar a los adolescentes a dejar
sus dispositivos y acostarse un poco más temprano podría ayudar a
disminuir el riesgo de asma y alergias. Eso es algo que tenemos que estudiar
más”.
Una segunda fase del estudio PERFORMANCE está
programada para 2028-29, lo que significa que será posible repetir el estudio
con un nuevo grupo de adolescentes ver si ha habido algún cambio en los hábitos
de sueño de los adolescentes y su salud respiratoria. Moitra y su equipo
también esperan cuantificar sus hallazgos tomando medidas objetivas de la función pulmonar y el tiempo de sueño
de los participantes.
El profesor Thierry Troosters, presidente de la
Sociedad Respiratoria Europea, que no participó del estudio, reconoció que
“necesitamos saber mucho más sobre por
qué el asma y las alergias están aumentando en niños y adolescentes y,
con suerte, encontrar formas de reducir estas afecciones”.
“Este es el primer estudio que examina el posible
papel de las diferentes preferencias de sueño en el riesgo de asma y alergias
de los adolescentes, y abre una nueva línea de investigación interesante e
importante. Ya sabemos que dormir
bien es importante para la salud física y mental, así que deberíamos
seguir alentando a los adolescentes a que lo hagan”, concluyó.
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