viernes, 2 de octubre de 2020

Los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 no son eternos…

Aunque todavía hay incertidumbre sobre los beneficios clínicos y el papel del plasma procedente de personas curadas de COVID-19, una nueva investigación sugiere que el momento en el que se recoja dicho plasma es determinante porque, cuanto antes se obtenga, mejor, ya que los anticuerpos comienzan a desaparecer después de tres meses de tratamiento del inicio de los síntomas.
Los resultados, que se publican en la revista Blood, pueden tener implicaciones para el diseño de la vacuna y para los estudios de prevalencia en comunidades que intentan evaluar cuántas personas se han recuperado del virus. Cuando una persona se infecta con un virus, su organismo produce anticuerpos para combatir la infección. Una vez recuperados, los anticuerpos pueden permanecer en el plasma sanguíneo durante meses o incluso años. En el tratamiento con plasma de donantes curados de COVID-19, las personas que están enfermas reciben plasma de un paciente recuperado con la esperanza de que refuerce su propia capacidad para combatir el virus y limitar su gravedad.
A pesar de que se están realizando múltiples ensayos clínicos para comprender mejor si el plasma de donantes curados es clínicamente beneficioso para el tratamiento de la COVID-19, «una pregunta clave es en qué momento es más efectivo recoger el plasma de donante en función de la presencia de anticuerpos que ayudan a combatir el virus», afirmó la Dra. Renée Bazin, del Hospital Héma-Québec (Canadá) y autora del estudio. «Según nuestros hallazgos, los anticuerpos contra el coronavirus SARS-CoV-2 no son eternos».
En este pequeño estudio, realizado sobre 282 donantes de plasma de covid-19 en Quebec, Canadá, se ha monitorizado a 15 adultos (11 hombres y 4 mujeres) que fueron diagnosticados y posteriormente se recuperaron de COVID-19. Y aunque los síntomas variaron de leves a graves, ninguno fue hospitalizado por su infección. Cada participante donó su plasma entre 4 y 9 veces, la primera donación ocurrió entre 33 y 77 días después del inicio de los síntomas y la última entre 66 y 114 días.
La Dra. Bazin destacó que el estudio es uno de los primeros análisis longitudinales que muestra que las personas que eran seropositivas, es decir, que habían producido anticuerpos contra el virus que causa COVID-19, se vuelven seronegativas, lo que significa que no hubo anticuerpos detectables a partir de cierto momento. La disminución de anticuerpos a lo largo del tiempo parece no estar relacionada con la cantidad de veces que se donó el plasma sanguíneo y, en cambio, se debe más bien al periodo transcurrido desde la infección y a una disminución natural de la respuesta inmunitaria. Los 15 donantes mostraron descensos en sus niveles de anticuerpos al mismo tiempo, alrededor de 88 días, y la mitad de los anticuerpos detectables disminuyeron en los 21 días posteriores.
«Los anticuerpos desaparecen rápidamente, por lo que las personas que se están recuperando del covid-19 y que desean donar plasma sanguíneo no deben esperar demasiado una vez que sean elegibles para donar», afirmó la investigadora.
Para este análisis, el equipo se centró en los anticuerpos contra un objetivo del virus llamado dominio de unión al receptor (RBD). RBD es una proteína en la superficie del virus que actúa como una llave. Se une al receptor ACE-2 en la superficie de la célula y, a su vez, abre una puerta a través de la cual el virus entra e infecta la célula. Pero el sistema inmunológico puede desarrollar anticuerpos RBD que inhiben la capacidad de la proteína para encajar y abrir la puerta a través del receptor ACE-2, evitando así que el virus entre en las células.
«Según nuestros hallazgos, lo ideal es que los médicos utilicen plasma que se obtiene lo más precozmente después de la aparición de los síntomas del donante y verifiquen la presencia de anticuerpos antes de administrar plasma del donante a un paciente», subrayó la Dra. Bazin. En este caso, casi el 7% de los 282 donantes originales no tenía anticuerpos detectables en su primera donación y esta proporción se duplicó al evaluar a los donantes que de demoraron más de 11 a 12 semanas después de la aparición de los síntomas antes de donar.
El hecho de que los anticuerpos disminuyan después de una infección natural tiene implicaciones prácticas, no solo para ayudar a informar las políticas sobre cuándo el plasma de donante es más efectivo (es decir, antes de que la respuesta inmune comience a disminuir), sino que también puede tener implicaciones para estudios de seroprevalencia que miden cuántas personas en una comunidad tienen anticuerpos contra el virus.
«Según nuestros hallazgos, si los anticuerpos disminuyen entre tres y cuatro meses después de un pico de infección, podríamos subestimar la prevalencia de la infección en comunidades o poblaciones», explicó esta investigadora.
Los autores del estudio planean controlar en el tiempo a los donantes de sangre de plasma y, aunque no seleccionaron un plasma específico (por ejemplo, aquellos con solo títulos de anticuerpos altos) para este análisis, los análisis futuros intentarán determinar si cierto plasma es más beneficioso. BP

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