domingo, 4 de octubre de 2020

Los riesgos del uso de antidepresivos durante la lactancia…

La OMS “recomienda a todas las madres la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses, con el fin de ofrecer a sus hijos un crecimiento, desarrollo y salud óptimos. Posteriormente, hasta los 2 años o más, los lactantes deben seguir con la lactancia materna, complementada con otros alimentos nutritivos”.
Algunos de los beneficios de la lactancia se pueden comprender desde una perspectiva neurohormonal, por dos hormonas involucradas en el amamantamiento: la prolactina y la oxitocina.
La prolactina, además de intervenir en la producción de la leche materna, desempeña un papel central en la adaptación del cerebro de la madre y produce los cambios que facilitan la conducta maternal, agudiza la capacidad discriminativa auditiva materna y es ansiolítica. En otras palabras, facilita el maternaje ya que a las madres con niveles altos de prolactina la crianza les resulta más sencilla.
Por su parte, la oxitocina favorece la eyección de leche materna e interviene en el vínculo madre-hijo ya que con cada pico de oxitocina se produce un sentimiento amoroso, lo cual ayuda a que la madre desee y busque la cercanía de su bebé. También aumenta los sentimientos de confianza y bienestar maternos –incrementa su autoestima– y tiene un importante poder tranquilizante. Como además se excreta en la leche, produce los mismos efectos en el cerebro del lactante, es decir, produce relajación, serenidad y un mayor interés por los vínculos personales.
En consecuencia, la lactancia materna resulta fundamental por la mejor oferta nutricional, inmunológica y psicoemocional tanto para el bebé como para la saludable relación madre-hijo. Sin embargo, con frecuencia surgen problemas de salud que hacen necesario que la mamá reciba medicamentos y hace surgir la pregunta: ¿se sigue dando el pecho o se interrumpe la lactancia?
Entre los posibles trastornos de salud, la depresión posparto es una de las complicaciones más frecuentes ya que suele afectar a una de cada 10 madres durante el primer año de vida de su recién nacido.
En la mayoría de los casos es un trastorno pasajero, no muy intenso y que suele desaparecer en una o dos semanas. Pero en otros casos puede ser un problema severo que requiere de un tratamiento inmediato por el riesgo que implica tanto para ella como para el bebé, que en casos extremos (afortunadamente no frecuentes) puede llegar al suicidio o filicidio. Antes de prescribir antidepresivos se deben considerar intervenciones no farmacológicas como la psicoterapia, el apoyo y la ayuda personal a la paciente.
Ante la necesidad inevitable de recibir antidepresivos se suelen presentar cuatro opciones: 1) dar el pecho y no medicarse, 2) dar el pecho y medicarse, 3) dar mamadera y no medicarse, y 4) dar mamadera y medicarse.
La primera opción facilitaría la continuidad de la lactancia, pero con el riesgo que la madre empeore y genere consecuencias serias para ella y para el bebé. La tercera opción es la menos conveniente por lo cual conviene optar entre la segunda y cuarta de las mencionadas. La recomendación de cuál de ellas seleccionar es resorte del psiquiatra y de su tarea conjunta con el pediatra.

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