En
Argentina, más de 6 de cada 10 adultos y 4 de cada 10 niños,
niñas y adolescentes están por encima de su peso saludable, según
estadísticas oficiales. Esos kilos de más pueden configurar un cuadro de
sobrepeso o de obesidad, según cuánto exceso se presente. Una investigación
internacional mostró que muchas personas con obesidad subestiman su condición
al creer que tienen sobrepeso.
Los autores del
trabajo presentado en el Congreso Europeo e Internacional sobre la Obesidad
(ECOICO 2020) -que este año se realizó en forma virtual por la pandemia-
consideran que esta situación puede afectar el manejo a escala mundial de la
obesidad, un problema que no deja de crecer y que es uno de los principales
factores de riesgo asociados al desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como cardiovasculares,
diabetes y algunos tipos de cáncer.
Para
el estudio ACTION IO -patrocinado por Novo Nordisk- fueron
encuestadas 14.500 personas con
obesidad y casi 2.800 profesionales de la salud de 11 países
(Australia, Chile, Israel, Italia, Japón, México, Arabia Saudita, Corea del
Sur, España, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido).
Entre otras
conclusiones, se vio que 6 de cada
10 (62%) personas con obesidad grado 1, es decir, con índice de
masa corporal (IMC) entre 30 y 34,9 kg/m2, consideraban que solamente tenían
sobrepeso. Lo mismo pensaba el 31% de quienes tenían obesidad grado 2 (IMC
entre 35 y 39,9 kg/m2) y 1 de cada 4 (25%) de los que presentaban grado 3 (IMC
de más de 40 kg/m2).
El IMC es un
indicador de la relación entre el peso y la talla (altura) que se utiliza
frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se
calcula dividiendo el peso de una
persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Por
ejemplo una persona que pesa 60 kg y mide 1,60 m de estatura tiene un IMC de
23.4 (60/1.60 = 60/2.56= 23.4). Si el resultado de ese cálculo da por encima de
30, se considera obesidad.
Según la
clasificación de la OMS, un índice entre 30 y 34,9 se considera obesidad grado
I o moderada; entre 35 y 39,9, de grado II o severa; y más de 40, grado III o
mórbida. Esos niveles se corresponden respectivamente con un aumento moderado, severo y muy severo de
riesgos para la salud.
Según Susana Gutt,
médica especialista en Nutrición y miembro titular de la Sociedad Argentina de
Nutrición (SAN), el error de percepción registrado en el estudio “podría
desalentar a que una persona con obesidad busque el apoyo que necesita para
perder peso efectivamente o para tratar complicaciones ligadas a la enfermedad”.
Entre las personas
con obesidad, los hombres son propensos a desarrollar complicaciones
cardiometabólicas (10% versus 4%), mientras que las mujeres tienen el
doble de posibilidades de padecer ansiedad o depresión (28% versus 14%). Por
otra parte, la mujer es más propensa a realizar múltiples intentos para
bajar de peso (promedio de 4,6 veces versus 3,1) y
probar tratamientos médicos o quirúrgicos, pero el 75% recupera el peso a los 6 meses comparado con más
de la mitad en el caso de los hombres.
“El estudio también
reveló que es apremiante intervenir en forma más temprana, ya que los problemas de
sobrepeso antes de los 20 años de edad están asociados a una mayor
gravedad de la enfermedad y sentimientos de desesperanza”, agregó la Dra. Gutt.
La rama de
participantes más jóvenes tenía, en proporción, más obesidad grado 2 (23%
versus 16%) y 3 (18% versus 11%) en comparación con quienes no eran obesos
desde una edad temprana. Casi la mitad de las personas con obesidad a más
temprana edad manifestaron sentir que no eran capaces de superar sus problemas
de peso y el 40% expresó que sus
vidas están regidas por el control de peso.
“Estos hallazgos
permiten entender mejor cuáles son las barreras que obstaculizan el tratamiento
efectivo de esta condición y destacan cómo la percepción, las actitudes y las
conductas de las personas con obesidad afectan su abordaje. Comprender mejor el
manejo de esta condición es sumamente importante, especialmente cuando el
índice de obesidad se triplicó
desde 1975 a nivel mundial y más aún ahora que la pandemia de
COVID-19 expuso la falta de tratamiento de obesidad, una enfermedad
inflamatoria crónica que puede afectar negativamente el curso de una
infección por este virus”, afirmó la médica endocrinóloga Juliana
Mociulsky, jefa de la sección Nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos
Aires (ICBA).
“La reciente
pandemia de COVID-19 nos mostró lo importante que es que entendamos a la
obesidad como una enfermedad en toda la extensión de la palabra. Estos
hallazgos destacan que sigue siendo subestimada con interpretaciones erróneas profundamente
instaladas en la sociedad y en la comunidad médica”, subrayó.
“Ante el mayor
impacto de la obesidad, y dado que la enfermedad es más difícil de tratar si
comienza a edad temprana, tenemos que promover que los profesionales de la
salud intervengan antes con tratamientos a la medida de las necesidades y conductas de cada
paciente para lograr mejores resultados en personas que viven con obesidad”,
concluyó.
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