lunes, 5 de octubre de 2020

Osteoporosis: por qué no hay que suspender los tratamientos…

Unas 200 millones de personas en todo el mundo viven con osteoporosis y la cifra se encuentra en constante crecimiento. Se trata de una enfermedad que torna frágiles a los huesos, lo que los hace más propensos a fracturas. Afecta a ambos sexos, pero es más frecuente en las mujeres después de la menopausia. Mantener el contacto con los especialistas y no abandonar el tratamiento es fundamental para reducir riesgos en tiempos de pandemia. En paralelo con las medidas de aislamiento y distanciamiento social dispuestas para contener la propagación del coronavirus, creció el temor de la población a concurrir a controles médicos por enfermedades crónicas. La osteoporosis es una de ellas.
“Es imperioso comprender que no se deben suspender o alterar los tiempos de administración de los tratamientos para la osteoporosis. Es de suma importancia la comunicación fluida con el profesional tratante para organizar la indicación y su continuidad”, afirma la osteóloga Alicia Bagur.
Las estadísticas indican que una de cada 3 mujeres y uno de cada 5 hombres sufrirán una fractura por osteoporosis a lo largo de sus vidas. Las más frecuentes son de cadera, vértebras, muñeca y húmero.
Bagur, que es directora médica de Mautalen Salud e Investigación, subraya que para disminuir el riesgo “deben respetarse los tratamientos crónicos para mitigar el impacto de la enfermedad para que su efecto perdure como fue planeado”.
El calcio y la vitamina D acompañan a los tratamientos para osteoporosis, indicó. El primero es un aporte esencial para los huesos. Se obtiene de los lácteos, espinaca, acelga, brócoli, frutos secos y sésamo, entre otros. Mientras que la vitamina D protege huesos y músculos, y dentro de sus efectos extra óseos también frente a infecciones virales respiratorias.
El mayor aporte de vitamina D es por su síntesis en la piel mediante la exposición al sol. Expertos sugieren que unos pocos minutos de luz solar directamente sobre la piel de la cara, brazos, espalda o piernas (sin protector solar) todos los días, pueden producir en el cuerpo la vitamina D que el cuerpo necesita. Sin embargo, la cantidad de vitamina D producida puede variar mucho de persona a persona. Y debido a que la exposición al sol es el principal factor de riesgo para el cáncer de piel, no se recomienda pasar más de unos pocos minutos sin protector. Hay pocos alimentos que contienen vitamina D, entre ellos, pescados grasos (salmón, atún, caballa), yema de huevo, hongos y lácteos fortificados. Tanto el calcio como la vitamina D pueden ser consumidos como suplementos, que deben ser indicados por el profesional tratante.
En tanto, el tratamiento farmacológico incluye a los bifosfonatos (alendronato, risedronato, ibandronato y zoledronato), “que tienen un efecto prolongado en el hueso, pero otros tratamientos como aquellos con denosumab y teriparatide lo pierden si se suspenden. Por lo tanto, precisan de una aplicación regular y prolija, con una agenda consensuada con el médico”, subraya Bagur.
“El retraso en la dosis o la suspensión del tratamiento puede implicar pérdida de la masa ósea ganada, aumento perjudicial del recambio óseo y, lo más importante, aumento en el riesgo de fracturas”, advierte la médica. Y concluye que el objetivo principal de la terapia es disminuir de 40 a 70% la probabilidad de fracturas.

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