domingo, 31 de octubre de 2021

Cómo superar el rubor facial…

El rubor facial es una reacción fisiológica natural y cotidiana que cualquier persona puede experimentar en alguna situación de su vida y que está desencadenada por situaciones que activan nuestro sistema de alerta o se produce ante estímulos físicos o psicológicos. El problema surge cuando esta reacción de ruboración es excesiva en su intensidad o frecuencia, o se presenta sin que exista ningún estímulo externo que la provoque. En este caso estamos hablando de rubor facial patológico, un problema serio que puede llevar a la persona afectada a una clara limitación en su vida social o laboral, con el consiguiente malestar psicológico que esto conlleva.

Los síntomas más habituales son, además de rubor:

·        Ansiedad.

·        Enrojecimiento facial.

·        Sudoración profusa (hiperhidrosis).

Además de estos síntomas, las personas afectadas suelen presentar otras manifestaciones físicas, tales como palpitaciones o temblor y es frecuente que presenten déficits en las habilidades sociales, con tendencia a aislarse, así como una autoestima deteriorada. En este contexto, el problema suele radicar en la importancia que la persona da al síntoma (el rubor, la hipersudoración...), la atención excesiva que presta a sus sensaciones internas y las atribuciones o interpretaciones que hace de los mismos.

Técnicas para su control:

El planteamiento que se realiza es de tipo multidisciplinar, con la participación de especialistas en dermatología y psicología, que analizan las características individuales del paciente y del problema que presenta antes de proponer el tratamiento.

Desde el punto de vista psicológico, se trabaja con los pensamientos y las atribuciones o interpretaciones que la persona realiza de sus síntomas para rebatir sus creencias erróneas, porque estas repercuten en la intensidad de los síntomas que presenta. Se enseñan técnicas para el manejo y control de la ansiedad y se realiza un programa de exposición paulatina a las situaciones temidas.

En el caso de que los tratamientos dermatológicos y psicológicos no den los resultados deseados, se plantea un abordaje psiquiátrico con un tratamiento psicofarmacológico.

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