Texto del Evangelio (Mc 12,28-34): En aquel tiempo, se acercó a Jesús uno de los
escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús
le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el
único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo
como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el
escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay
otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con
todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con
sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía
ya a hacerle preguntas.
«¿Cuál es el primero de
todos los mandamientos?»
Comentario: Rev. D. Ramón CLAVERÍA Adiego
(Embún, Huesca, España)
Hoy, está muy de moda hablar
del amor a los hermanos, de justicia cristiana, etc. Pero apenas se habla del
amor a Dios. Por eso tenemos que fijarnos en esa respuesta que Jesús da al
letrado, quien, con la mejor intención del mundo le dice: «¿Cuál es el primero
de todos los mandamientos?» (Mc 12,29),
lo cual no era de extrañar, pues entre tantas leyes y normas, los judíos
buscaban establecer un principio que unificara todas las formulaciones de la
voluntad de Dios.
Jesús responde con una sencilla
oración que, aún hoy, los judíos recitan varias veces al día, y llevan escrita
encima: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30).
Es decir, Jesús nos recuerda que, en primer lugar, hay que proclamar la
primacía del amor a Dios como tarea fundamental del hombre; y esto es lógico y
justo, porque Dios nos ha amado primero. Sin embargo, Jesús no se contenta con
recordarnos este mandamiento primordial y básico, sino que añade también que
hay que amar al prójimo como a uno mismo. Y es que, como dice el Papa Benedicto
XVI, «amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento.
Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero».
Pero un aspecto que no se
comenta es que Jesús nos manda que amemos al prójimo como a uno mismo, ni más
que a uno mismo, ni menos tampoco; de lo que hemos de deducir, que nos manda
también que nos amemos a nosotros mismos, pues al fin y al cabo, somos
igualmente obra de las manos de Dios y criaturas suyas, amadas por Él. Si tenemos, pues, como regla de vida el doble
mandamiento del amor a Dios y a los hermanos, Jesús nos dirá: «No estás lejos
del Reino de Dios» (Mc 12,34). Y si
vivimos este ideal, haremos de la tierra un ensayo general del cielo.
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