Un estudio científico realizado por investigadores de la Universidad de
Harvard de los Estados Unidos derribó un mito sobre las personas mayores.
Muchos creían necesario bajar el ritmo de actividad física a medida que las
personas pasan los 60 años de edad. Pero lo cierto es que el cuerpo no debe
jubilarse de la actividad física, y el trabajo de los investigadores aportó
pruebas que demuestran que dejar de estar en un sofá todo el día o moverse en
transporte en lugar de caminar puede ser beneficioso para vivir más y bien.
El estudio fue publicado en la revista especializada PNAS publicada por la Academia de
Ciencias de los Estados Unidos. Presenta pruebas evolutivas y biomédicas que
demuestran que los seres humanos evolucionaron para vivir muchas décadas
después de reproducirse y para ser relativamente activos en sus últimos años.
Los investigadores afirman que la actividad física en edades avanzadas
desvía la energía de los procesos que pueden comprometer la salud y la dirige
hacia los mecanismos del cuerpo que la prolongan. Su hipótesis -que llaman de
la ‘hipótesis del abuelazgo activo’- es que los seres humanos evolucionaron
para mantenerse físicamente activos a medida que envejecen. Al hacerlo, se asigna energía a procesos
fisiológicos que frenan el deterioro gradual del cuerpo con el paso de los
años. Esto protege contra enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la
diabetes de tipo 2 e incluso algunos cánceres.
“En las sociedades occidentales está muy extendida la
idea de que, a medida que envejecemos, es normal bajar el ritmo, hacer menos
cosas y retirarse”, afirmó el biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard
Daniel Lieberman, autor principal del artículo. “Nuestro mensaje es todo lo
contrario: a medida que envejecemos, es aún más importante mantenerse
físicamente activo”.
El equipo de investigación, que incluye a Aaron Baggish e I-Min Lee, de
la Facultad de Medicina de Harvard, cree que el trabajo es la primera explicación
evolutiva detallada de por qué la falta de actividad física a medida que los
humanos envejecen aumenta el riesgo de enfermedades y reduce la longevidad.
Baggish, de 47 años, que también es cardiólogo del equipo de fútbol americano
New England Patriots. El autor principal, Lieberman, tiene 57 años, y son
compañeros de carrera desde hace mucho tiempo y a menudo discuten las ideas que
se incluyen en el artículo durante las carreras matutinas de 8 a 16 kilómetros.
El estudio utiliza a los primos simios de los seres humanos como punto
de partida. Los investigadores señalan que los simios, que suelen vivir sólo
entre 35 y 40 años en la naturaleza y rara vez sobreviven más allá de la
menopausia, son considerablemente menos activos que la mayoría de los humanos.
Esto sugiere que en la evolución humana hubo selección no sólo para vivir más
tiempo, sino también para ser más activos físicamente.
De acuerdo con Lieberman, los seres humanos evolucionaron a partir de
ancestros que eran sedentarios. Observó en dos ocasiones a chimpancés salvajes
en Tanzania y se ha sorprendido de la cantidad de tiempo que pasan al día “sentados
sobre sus traseros, haciendo la digestión”.
Esto es especialmente sorprendente cuando se compara con los
cazadores-recolectores contemporáneos, que realizan una media de 135 minutos de
actividad física moderada o vigorosa al día. Ese nivel de movimiento -entre 6 y
10 veces más que el promedio de los estadounidenses- puede ser una de las
claves de por qué los cazadores-recolectores que sobreviven a la infancia
tienden a vivir unas 7 décadas, aproximadamente 20 años después de la edad en
la que los humanos suelen dejar de tener hijos.
Las pruebas fósiles indican que esta prolongación de la vida era
habitual hace 40.000 años, en contra de la creencia de que la vida humana era
corta hasta hace poco. El equipo subrayó que el principal beneficio para la
salud de la actividad física es la prolongación de la esperanza de vida humana,
que se define como los años de vida que se pasan con buena salud.
Los investigadores examinaron dos vías por las que la actividad física a
lo largo de la vida reasigna la energía para mejorar la salud. La primera
consiste en alejar el exceso de energía de mecanismos potencialmente
perjudiciales, como el almacenamiento de grasa. El equipo también identificó
cómo la actividad física asigna la energía a los procesos de reparación y
mantenimiento. El trabajo demuestra que, además de quemar calorías, la
actividad física es fisiológicamente estresante y provoca daños en el organismo
a nivel molecular, celular y tisular.
Sin embargo, la respuesta del cuerpo a este daño es esencialmente
reconstruirse más fuerte. Esto incluye la reparación de desgarros en las fibras
musculares, la reparación de daños en el cartílago y la curación de microfracturas.
La respuesta también provoca la liberación de antioxidantes y antiinflamatorios
relacionados con el ejercicio, y mejora el flujo sanguíneo. En cambio, cuando
no se realiza actividad física, esas respuestas se activan menos. Se ha
demostrado que los procesos de reparación celular y del ADN reducen el riesgo
de diabetes, obesidad, cáncer, osteoporosis, enfermedad de Alzheimer y
depresión.
“El punto clave a tener en cuenta es que, dado que
evolucionamos para ser activos durante toda nuestra vida, nuestros cuerpos
necesitan actividad física para envejecer bien. En el pasado, la actividad
física diaria era necesaria para sobrevivir, pero hoy tenemos que elegir hacer
ejercicio, es decir, realizar actividad física voluntaria por el bien de la
salud y la forma física”, dijo Lieberman.
El equipo de investigación, que incluye a los estudiantes de posgrado
Timothy Kistner y Daniel Richard, espera que el estudio haga que este mensaje
sea más difícil de ignorar. Porque el aumento del sedentarismo es preocupante a
nivel global. Los niveles de actividad física han disminuido en todo el mundo a
medida que las máquinas y la tecnología sustituyen al trabajo humano.
Otro estudio reciente del laboratorio de Lieberman demostró que los
estadounidenses realizan menos actividad física que hace 200 años. ¿El consejo
de los investigadores en base a los estudios científicos? Hay que levantarse de
la silla y hacer algo de ejercicio. “La clave es hacer algo, y tratar de que
sea agradable para que lo sigas haciendo”, dijo Lieberman. “La buena noticia es
que no es necesario ser tan activo como un cazador-recolector. Incluso pequeñas
cantidades de actividad física -sólo 10 o 20 minutos al día- reducen sustancialmente
el riesgo de mortalidad”, agregó.
Casi todo el mundo sabe que el ejercicio es bueno para la salud. Algunas
personas pueden incluso enumerar las razones por las que mantiene los músculos
y las articulaciones fuertes, y cómo combate ciertas enfermedades. Pero la
investigación de Lieberman explicó por qué y cómo se incorporó la actividad
física a la biología humana.
Una de las actividades físicas más recomendadas es la caminata rápida. Hay
que hacer caminata de paso rápido 150 minutos por semana, según recomienda la
OMS. Lo ideal es caminar a paso rápido 45 minutos día por medio. Cuando saca la
cuenta, se estará caminando más de 150 minutos semanales.
En el caso en que haya sobrepeso, las caminatas también indicadas. El
Dr. Silvio Schraier, vicedirector de la carrera de especialización en nutrición
de Fundación Barceló en Argentina, recomendó: “Hay que caminar idealmente 10
mil pasos por día, que se pueden medir con cualquier app del teléfono celular”,
dijo. Y remarcó que hay que tener paciencia para observar el descenso de peso. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario