Y en eso de vivir educándose aparece claramente la generosidad. Tan necesaria si lo que queremos es ser felices. No existe la felicidad sin la generosidad. Los que buscan la felicidad sin el ser generosos, nunca conocerán lo que es realmente ser feliz. Es sin duda una de las virtudes que más plenifican la vida del hombre. Cuando uno la vive intensamente, más satisfecho se encuentra con todos los actos que realiza. Hay dos grandes días en la vida de una persona: el día que nace y el día que descubre para qué.
La
generosidad es un acto desinteresado de la voluntad por el cual una persona se
esfuerza en dar algo de sí mismo con el fin de cubrir la necesidad de otro
buscando su bien.
La generosidad se enseña con el ejemplo, la constancia y la alegría, con el
esfuerzo diario de hacer mejor lo de todos los días, con delicadeza y afecto. Es
una virtud que se vive y uno no sabe muy bien cuando la está enseñando.
La
crisis actual de la familia es una crisis de la familia burguesa, una familia
cerrada en sí misma y que busca sobre todo el bienestar de sus miembros y, en
cambio, no percibe la grandeza de la misión que Dios le encomienda. Por eso es
la familia cristiana la gran solución a esa crisis. Allí donde hay familia
cristiana la familia goza de buena salud.
Y en ellas siempre impera la generosidad. En cambio, donde las familias de
cristianos están lejos de vivir tal misión los problemas siempre crecen. (Juan José Pérez-Soba)
Dónde
está tu tesoro, está tu corazón. ¡Corazones generosos es lo que necesita la
humanidad!
La familia es el tesoro de la humanidad. Un mundo diferente no puede ser
construido por personas indiferentes. Un Estado que no se compromete
socialmente con la defensa de la familia está complicando el ser de toda la
comunidad. Y si el Estado no lo hace, las familias deberán ser doblemente
generosas.
¿Soy generoso con mi tiempo? En más de cincuenta años de pertenencia al Movimiento Familiar Cristiano, aprendimos que si necesitas a alguien para colaborar en una actividad pastoral, busca a los que ya están ocupados. Los que nada hacen nunca tienen tiempo. El hombre siempre encuentra tiempo para aquello que ama. Si alguien que dice no tener tiempo, conoce a una chica y se enamora de ella, siempre encontrará tiempo para verla. El no tengo tiempo es una excusa más de los no generosos. El ser generoso con el tiempo hace que haya personas que tienen más horas en sus días y más días en sus meses. ¿Cómo lo hacen? Siendo generosos. El tiempo es, sin duda, el bien más preciado para ser brindado. Las cosas siempre son blancas o negras y cuando decimos que no, es que estamos poniendo excusas para no ser generosos
Decía Péguy: cristiano es el que da la mano. El que no da la mano, ese no es un cristiano y poco importa lo que pueda hacer con su mano libre.
Decía Don Quijote: Cuando viene el bien, métalo en tu casa. Si hay un lugar donde más se aprende el bien de ser generoso, es en el hogar. Hagámosle caso a la sabiduría del hombre de la Mancha, vivamos en nuestra casa el ser generosos, y habiendo aprendido el ser generosos en nuestra familia, seremos también generosos a la hora de salir a la calle.
Vive
intensamente el presente: es el único que importa. Los que viven aferrados al
pasado ya murieron y los que viven soñando en el futuro, aún no nacieron (Felipe Cubillos).
Y en eso de vivir plenamente el hoy, vívelo generosamente y verás cuan hermoso
será tu futuro.
Virtud
que sale del vivir valores en familia, virtud que no se pierde, virtud que
perdura.
Lo aprendido familiarmente, uno lo practica de manera tan natural, está tan
metido en el ser de uno, que llega hacerlo sin darse cuenta. Dice el refrán,
“del dicho al hecho, hay mucho trecho”. No es lo mismo entender el concepto que
ponerlo en práctica. De aquí, que se diga que los valores se hayan perdido, lo
cual no es exacto. Lo que sí ha pasado es que a la gente se le ha olvidado
usarlos, o lo que es peor, los ignora por resultarles un estorbo en el
desempeño de sus actividades cotidianas. Porque todo el mundo sabe que es malo
mentir, levantar falsos testimonios, robar, engañar, estafar, matar y lo que se
pueda agregar a la lista y a pesar de ello, muchas personas lo hacen. Quiere
decir que saben que existen los valores de la verdad, la honestidad, la
justicia, la honradez y el amor, pero no les interesa aplicarlos. Entonces, no
es que se hayan perdido los valores, lo que pasa es que el relativismo nos ha
invadido a tal grado, que cada quien hace lo que le parece bien y escoge lo que
le acomoda. Entonces nos encontramos con que muchas actitudes y acciones, en el
pasado antisociales, ahora se ven aceptadas y hasta aplaudidas. Vamos perdiendo
de vista lo que realmente importa gracias al hedonismo y el individualismo (Mónica Muñoz).
Padres generosos, hogares generosos. Hijos generosos, sociedad generosa. Así de simple, así de sencillo de entender, pero necesita del esfuerzo del hacer. Y cuando ese hacer es desde un amor generoso que se entrega a más personas, no se divide, sino que se multiplica. SC
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