Los antieméticos antidopaminérgicos (ADA) que se utilizan ampliamente
para aliviar las náuseas y los vómitos causados, por ejemplo, por la migraña,
la quimioterapia o la radioterapia, y después de la cirugía, se asocian a un
mayor riesgo de ictus isquémico, según un estudio publicado en The BMJ.
Los resultados muestran que los tres ADA estudiados (domperidona,
metopimazina y metoclopramida) se asociaron a un mayor riesgo, especialmente en
los primeros días de uso, pero el mayor incremento se encontró para la
metopimazina y la metoclopramida. Los investigadores sugieren que la posible
acción de los ADA sobre el flujo sanguíneo al cerebro podría explicar este
mayor riesgo.
Al igual que los antipsicóticos, los ADA son fármacos
antidopaminérgicos, ya que actúan bloqueando la actividad de la dopamina en el
cerebro. Los antipsicóticos se han asociado a un mayor riesgo de ictus
isquémico, pero se desconoce si este riesgo podría extenderse a otros
antidopaminérgicos, incluidos los ADA.
Para abordar esta cuestión, un equipo del Instituto Nacional de Investigación
en Salud y Medicina de Francia (Inserm), de la Universidad de Burdeos y del CHU
de Burdeos, se propuso estimar el riesgo de ictus isquémico asociado al uso de
ADA en un entorno real.
Identificaron a 2.612 pacientes de la base de datos del sistema
sanitario de reembolso nacional francés (SNDS) con un primer ictus isquémico
entre 2012 y 2016 y al menos un reembolso por domperidona, metopimazina o
metoclopramida en los 70 días anteriores a su ACV. Los pacientes tenían una
edad media de 72 años y el 34% eran varones.
Compararon las frecuencias de estos reembolsos de ADA entre un periodo
de riesgo (días -14 a -1 antes del ictus) y tres periodos de referencia
emparejados (días -70 a -57, -56 a -43 y -42 a -29 antes del ictus).
A continuación, los pacientes con ictus se emparejaron por edad, sexo y
factores de riesgo de ictus con un grupo control sano de 21.859 personas
seleccionadas al azar que también recibieron un ADA en el mismo periodo de
tiempo.
Entre los pacientes con ictus, 1.250 recibieron un ADA al menos una vez
en el periodo de riesgo y 1.060 en los periodos de referencia. Entre el grupo
de control, 5.128 y 13.165 recibieron un ADA al menos una vez en los periodos
de riesgo y de referencia, respectivamente.
Tras tener en cuenta los factores potencialmente influyentes, los
investigadores descubrieron que los nuevos usuarios de ADA podían tener un
riesgo 3 veces mayor de sufrir un ictus poco después de iniciar el tratamiento.
Otros análisis por edad, sexo y antecedentes de demencia mostraron resultados
similares, siendo los hombres los que presentaban un mayor riesgo (3,59 veces
mayor).
El riesgo parecía aumentar para todos los ADA, siendo el mayor
incremento el encontrado para la metopimazina (un aumento de 3,62 veces) y la
metoclopramida (un aumento de 3,53 veces), ambos fármacos que atraviesan la
barrera hematoencefálica.
Se trata de un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la
causa, y los investigadores señalan algunas limitaciones inherentes a los
estudios de bases de datos, como la falta de información sobre la dosis diaria
prescrita o la duración de los ADA y los subtipos de ictus isquémico. No
obstante, afirman que sus resultados muestran que el riesgo de ictus isquémico
parece estar asociado al uso de ADA.
Aunque se necesitan más investigaciones de inferencia causal para
confirmar esta asociación en otros entornos, los autores sugieren que “el mayor
riesgo encontrado para los fármacos que cruzan la barrera hematoencefálica
sugiere un posible efecto central, posiblemente a través de una acción sobre el
flujo sanguíneo cerebral”. BP
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