Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de
irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el
testimonio de vida de los cristianos. ‘El mismo testimonio de la vida cristiana
y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para
atraer a los hombres a la fe y a Dios’.
Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es
Cristo, contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de
sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla
por la santidad de sus fieles, ‘hasta que lleguemos al estado de hombre
perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo’.
Llevando una vida según Cristo, los cristianos apresuran la
venida del Reino de Dios, ‘Reino de justicia, de verdad y de paz’. Esto no
significa que abandonen sus tareas terrenas, sino que, fieles a su Maestro, las
cumplen con rectitud, paciencia y amor. CdelaI
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