Texto del
Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis
se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y
no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano:
‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita,
saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del
ojo de tu hermano».
«Con el juicio con que juzguéis
seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá»
Comentario:
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de
la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo
está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado
en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.
Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis
juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús
también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para
eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus
escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su
esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no
dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo
sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que
aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con
ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.
Pero todavía más interesante es lo que dice san
Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...).
Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos
que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a
Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en
los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo
queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las cosas
buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello
haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los
puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar
por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente,
porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las
palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).
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