Abad, 21 de
Junio
Elogio: En Gaël
(Ghé), en la Bretaña Menor, san Meveno, abad, que, originario de Cambria, se
retiró a los bosques de la Armórica, donde fundó un monasterio.
Patronazgos: protector contra las enfermedades de la piel.
El santo abad
Meveno (o Meen, y otras formas) fue muy venerado en toda Francia como el mejor
abogado para la curación de toda clase de enfermedades de la piel, durante los
tiempos antiguos, la Edad Media y, a decir verdad, hasta épocas relativamente
recientes. Una de las especies de erupción cutánea, llevaba el nombre vulgar de
Mal de san Meen. Las curaciones de estos padecimientos se atribuían
generalmente a las propiedades del agua extraída de los pozos y las fuentes
dedicados al santo, pero muy especialmente del agua del manantial que se
encontraba en las proximidades del monasterio de Gaël, en Bretaña, donde moraba
San Meveno. Incontables peregrinaciones (se llegaron a contar hasta cinco mil
peregrinos en un año) acuden continuamente desde todos los rincones de Francia
a venerar las reliquias de San Meveno y a recoger agua de su fuente. En la Alta
Bretaña crece una planta escabiosa que, hasta hoy, se conoce con el nombre de
l'herbe de St. Meen. La supuesta historia de este santo no es más que una
recopilación de leyendas y tradiciones de entre las cuales, sin embargo, se
pueden extraer datos para formar un esbozo de su vida y sus hechos. San Meveno
nació en Gwent, localidad del sur de Gales; estaba emparentado con san Sansón,
en cuyo monasterio ingresó y a quien acompañó en su primer viaje a Cornwall y
de ahí a Bretaña. Meveno se estableció en Gaël, en un monasterio que construyó
sobre los terrenos que le fueron cedidos en aquel bosque de Brocéliand que
tantas veces se menciona en los romances del rey Arturo. La abadía llegó a ser
un centro misional, y sus monjes fundaron otra casa que llegó a ser el gran
monasterio de Saint-Méen.
Entre sus
amigos y discípulos figuraba su ahijado san Austol, a quien profesaba gran
afecto y a quien atendió cuando se hallaba agonizante y le exhortó a morir
tranquilo, ya que su separación iba a ser muy breve, puesto que él habría de
morir también siete días después. Las reliquias del santo o parte de ellas, se
veneran hasta hoy en Saint-Méen. Muchos lugares de Bretaña y aun de Normandía
llevan su nombre; en otras partes de Francia se encuentran también algunos
sitios dedicados al santo. En Cornwall hay dos parroquias vecinas que llevan
los nombres de San Austella y San Mewan, y posiblemente se haya perpetuado su
memoria en el nombre de la ciudad de Mevagissey.
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