Texto del
Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel
tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más
importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que
había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el
mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro
están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro
la copa, para que también por fuera quede pura!».
«Purifica primero por dentro la
copa, para que también por fuera quede pura»
Comentario:
Hno. Lluís SERRA i Llançana (Roma, Italia)
Hoy, Jesús toma una clara actitud de denuncia: «¡Ay
de vosotros (...)!» (Mt 23,23.25). Su
objetivo son los maestros de la Ley y los fariseos, que representan a las
clases poderosas porque ejercen sobre el pueblo un dominio espiritual y moral.
¿Cómo pueden orientar a la gente si son ‘guías ciegos’? Su ceguera reside en la
incoherencia de observar escrupulosamente los pequeños detalles, que tienen su
importancia, y dejar de lado las cosas fundamentales, como la justicia, el amor
y la fidelidad. Tienen cuidado de su imagen, que no corresponde con su
interior, lleno de «rapiña y codicia» (Mt
23,25). Curiosamente, Jesús emplea términos relativos a aspectos
económicos.
El Evangelio de hoy constituye una invitación a
que las personas y los grupos más relevantes de las comunidades cristianas, es
decir, sus guías, hagan un examen de conciencia. ¿Respetamos los valores
fundamentales? ¿Valoramos más las normas que a las personas? ¿Imponemos a los
demás aquello que no somos capaces de cumplir nosotros mismos? ¿Hablamos desde
la suficiencia de nuestras ideas o desde la humildad de nuestro corazón? Como decía
Helder Cámara: «Quisiera ser un charco de agua para reflejar el cielo». ¿Ve la
gente en sus pastores hombres de Dios, que distinguen lo accesorio de lo
fundamental? La debilidad merece comprensión, la hipocresía provoca rechazo.
Al escuchar el Evangelio de hoy podemos caer en
una trampa. Jesús dice a los maestros de la Ley y a los fariseos que son
hipócritas. También los había sinceros. Nosotros podemos pensar que este texto
se puede interpretar actualmente para los obispos y sacerdotes. Ciertamente, como
guías de las comunidades cristianas, tienen que estar atentos para no caer en
las actitudes que Jesús denuncia, pero hay que recordar que todo creyente
—hombre y mujer— puede alojar en su interior un ‘fariseo ciego’. Jesús nos
invita: «Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede
pura» (Mt 23,26). La espiritualidad
tiene las raíces en el interior del corazón.
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