«La ocupación desplaza a
la preocupación, y los problemas al enfrentarlos desaparecen». Esta frase,
atribuida al exitoso empresario Carlos Slim, posee una sabiduría aplastante y
un realismo más que probado. Seguramente que puesto en práctica por todo
viandante, las crisis se acabarían, o por lo menos se reducirían notablemente. Y es que
esto de tener problemas es casi parte de la esencia humana, quién sabe por qué
razón. Pero es un hecho del que nadie se salva.
Pero decíamos que los
problemas, enfrentados por la ocupación –como dice Slim- tienen que
desaparecer. Y así, este enfrentamiento nos tiene que llevar a tener tres
actitudes fundamentales para nuestro crecimiento humano. Aquí van.
Fortalecimiento
La imagen de una planta o
de un arbolito es magnífica. Si se quiere una planta fuerte, recia, que aguante
cualquier viento, plaga, etcétera hay que darle un cuidado muchas veces
desagradable. Es decir, la mayoría del mundo racional sabemos que una planta
rodeada de una capa de estiércol, a pesar de verse horrible y apestar a lo
peor, es señal de que se está fortaleciendo. Sabemos que no siempre estará así
y que está en proceso un crecimiento exitoso.
Salvando las distancias,
podemos decir que nos pasa como esas plantas, los problemas nos hacen ver como
personas desagradables, que apestan –con perdón-, pero si somos maduros y
aceptamos esa realidad, enfrentando los problemas de manera práctica, eso será
solo el inicio de nuestro triunfo. Porque los problemas nos deben hacer
fuertes, y de ellos debemos sacar éxitos, como la planta saca lo mejor del
estiércol que la abriga.
Aprender de los fracasos
La segunda actitud es la
de aprender de los fracasos. Seamos realistas: nadie nace perfecto, ni morirá
así. Tal vez muera perfeccionado. Pero sólo somos un manojo de ignorancia e
inexperiencia. Imperfectos, a fin de cuentas, y esa es la causa de muchos de
nuestros fracasos. Un ejemplo de ello lo podemos ver en el mundo empresarial.
Sydney Finkelstein, es profesor de la Escuela de Negocios Tuck, de la
Universidad de Dartmouth. Este buen hombre, identificó y estudió los casos más
destacados de derrotas y quiebras empresariales que plasmó en su libro de 2004
Why smart executives fail. Según él, seis aspectos hacen que un directivo
fracase y, con él, su empresa: se aferra a una visión incorrecta de la
realidad, decide no hacerle frente a la innovación y al cambio, ejecuta
brillantemente una estrategia equivocada, confía demasiado en la propuesta de
su empresa, interpreta mal a la competencia, y hace caso omiso de información
vital.
Sin entrar en un análisis
de estos seis aspectos, podemos decir que en general esas cosas vienen porque
el dirigente es imperfecto. Pero es necesario, incluso muy lógico que sucedan
estos chascos, precisamente porque no somos omniscientes ni perfectos, como
dijimos más arriba. Y porque es deber en la vida el aprender, y aprender de los
errores. Echando a perder se aprende, digamos en lenguaje popular…
El éxito: un estímulo callado
Quienes saben de montañas
y las han escalado, saben lo que significa subir la primera etapa y dejar atrás
una larga y riesgosa subida. Sin embargo, la satisfacción de haber superado esa
prueba es motivación y no ocasión de vanagloria. Motivación porque son
conscientes de que es más lo que les falta por lograr que lo que han recorrido.
Un éxito debe ser una motivación para seguir adelante. Debe ser un estímulo
callado, no un motivo para regodearse en su loable triunfo. De este modo, la
lucha por conseguir nuestros ideales se vuelve un trabajo de crecimiento como
seres humanos. Y como dijimos antes, crecer para ser mejores y no para
fanfarronear. De manera que la fuente de nuestros problemas se convierte en
algo positivo por el hecho de vivir en clave de trabajo.
Quien de verdad sabe que
el éxito es un logro arropado de muchos sacrificios y precedido de una larga
cola de luchas y caídas, sabe que la humildad es una herramienta indispensable.
¿Qué éxito pretende alcanzar quien al primer fracaso se emberrincha y deja todo
de lado? ¿Qué éxito tendrá quien a la primera humillación deja de lado los
grandes ideales con que empezó algún proyecto?
La ocupación desplaza a la
preocupación, y los problemas al enfrentarlos desaparecen. Qué sabio es eso de
vivir sin ociosidad y trabajando por nuestros ideales. Estar ocupados es la
panacea contra las preocupaciones que nos aquejan a diario y la fuente segura
de nuestros éxitos. IB
No hay comentarios.:
Publicar un comentario