El Centro de Estudios
Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), asegura que en las últimas
semanas aumentaron los casos de misofonía, un trastorno en el que las personas
tienen reacciones anormalmente fuertes y negativas a sonidos habituales que
emiten los humanos, como puede ser masticar o respirar. El término significa
‘odio o fobia al sonido’ y es un claro síntoma de trastornos de ansiedad.
De esta manera, las personas con
misofonía pueden sentirse irritadas, enfurecidas o incluso sentir pánico cuando
escuchan los sonidos que las perturban. Es aquí cuando deben consultar a los
especialistas en trastornos de ansiedad.
“La gente se pone
sumamente irritable debido a esta fobia a los ruidos que los molestan, sufren
ataques de ira, trastorno de ansiedad generalizada. Se trata de un síntoma más
de ansiedad, son personas que se vuelve particularmente irritable con ciertos
sonidos y con la pandemia aumentaron los casos y apelan a ansiolíticos, pero
esta no es la solución. Hoy por hoy puede ser un síntoma de ansiedad a raíz del
aislamiento”, sostiene la Lic. Gabriela Martínez Castro, directora del CEETA y
especialista en Trastornos de Ansiedad.
Esta fobia termina siendo
incapacitante para quien la sufre, de ahí la importancia de consultar a tiempo
y tratarla. También trae aparejados problemas de convivencia e intolerancia con
nuestros propios seres queridos.
El tratamiento consiste en hacer
terapia o cambios de estilo de vida, como usar protección contra los ruidos o
crear zonas ‘libres de ruido’ en el espacio donde vive la persona. Hoy por hoy
al estar obligados en muchos casos a estar en la casa y convivir con otras
personas, se pierden esos espacios de intimidad y silencio.
Sin dudas esto puede tratarse con
terapia cognitivo conductual, una innovadora terapia que a diferencia de otras
terapias, se aboca a modificar comportamientos y pensamientos. Está orientada
hacia el presente, se investiga el funcionamiento actual. El énfasis de la TCC
está puesto más en el ‘Qué tengo que hacer para cambiar’ que en el ‘Por qué’.
Muchas veces, el explorar expresamente y conocer cuáles son los motivos de lo
que nos ocurre no alcanza a brindar una solución y no es suficiente para
producir un cambio.
Es una psicoterapia basada en la
evidencia y con un basamento científico y 100% comprobado. Los resultados se
ven en el cortísimo plazo. El paciente tiene un papel activo, con tareas para
realizar dentro y fuera de la sesión a través de la aplicación de las
herramientas que se le brindan.
La terapia cognitiva conductual de
tercera ola o tercera generación cuenta con numerosos aportes validados
científicamente en los últimos años. Son las denominadas Terapias de Tercera
Generación o Contextuales.
Son modelos de intervención que
ponen su foco de atención en el contexto y la función de nuestros eventos
privados como ser los pensamientos, emociones, sensaciones en lugar de su
contenido, frecuencia o duración. La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT),
uno de los nuevos modelos de tratamiento que ofrecen las terapias contextuales,
es uno de los más reconocidos con evidencia empírica.
El objetivo de la misma es lograr
flexibilidad psicológica ante las situaciones difíciles de la vida y ante el
sufrimiento, entender que nuestra vida es significativa y valiosa aun cuando
sufrimos. Utiliza diferentes técnicas como Mindfulness y ejercicios
experienciales entre otros. Se pueden medir los progresos obtenidos desde la
primera sesión, se administran cuestionarios y planillas en los que se evalúan
los síntomas específicos, en su frecuencia, duración, intensidad y
características. Esta medición es repetida periódicamente hasta la sesión
final, para tener una idea del cambio obtenido.
La relación terapeuta-paciente es
de colaboración y activa. Paciente y terapeuta se comprometen a trabajar con un
objetivo común. Los pacientes pueden aportar sugerencias y participar en el
diseño de las tareas para el hogar.
En muchos casos, se utiliza la biblioterapia,
que consiste en que el terapeuta recomiende o facilite libros, folletos o
apuntes acerca del problema para que el paciente se informe de lo que le
sucede. Tiende a fomentar la independencia del paciente. Está centrada en los
síntomas y su resolución. Se definen objetivos concretos a lograr.
La meta de la TCC es eliminar, o
al menos reducir los síntomas, y postula que si desaparecen, por ejemplo, los
síntomas de pánico, inmediatamente también va a haber una mejoría en otras
áreas, sin que aparezcan otros síntomas que los reemplacen. Pone énfasis en el
cambio. Se le solicita al paciente practicar nuevas conductas y cogniciones en
las sesiones, y generalizarlas afuera como parte de la tarea. Desafía la
posición del paciente, sus conductas y sus creencias.
Se centra en la resolución de
problemas. Utiliza planes de tratamiento. Generalmente, la terapia utiliza
planes específicos de tratamiento para cada problema, no utilizando un formato
‘único’ para las diversas consultas. Propone una continuidad temática entre las
sesiones. Es decir, más que simplemente decir que funciona, estar comprobado
que funciona.
Los recursos disponibles, son de
carácter informativo y no constituyen ni reemplazan el asesoramiento y
tratamiento profesional. BP
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