Mártires, 30 de
Agosto
Elogio:
En Roma, en el cementerio de Comodila, en la vía Ostiense, santos mártires
Félix y Adaucto, que habiendo confesado juntos a Cristo con una fe
inquebrantable, juntos volaron vencedores al cielo.
San Félix era
un santo sacerdote romano, tan feliz en su vida y sus virtudes como lo indica
su nombre. Fue arrestado al comienzo de la persecución de Diocleciano. Después
de soportar con gran constancia la tortura, fue condenado a morir decapitado.
Cuando se dirigía al sitio de la ejecución, se cruzó con un forastero
cristiano, el cual se sintió tan conmovido al ver al santo correr gozosamente a
la gloria del martirio, que exclamó en voz alta: «Yo profeso la misma fe que
ese hombre. También yo confieso el nombre de Jesucristo. También yo quiero
morir por su causa». Al oír esto, los magistrados le mandaron arrestar, y ambos
mártires fueron decapitados juntos. Como los cristianos ignoraban el nombre del
forastero, le llamaron «Adaucto», es decir, «Añadido», porque se había unido a
Félix en el martirio.
La historia,
muy embellecida por la leyenda, proviene de la siguiente inscripción del papa
san Dámaso: «¡Feliz de ti, que con tanta razón y verdad te llamabas Félix,
porque, con fe invencible y total desprecio del mundo, confesaste a Cristo y
buscaste el Reino de los Cielos! Admirad también, hermanos, la preciosísima fe
que llevó victoriosamente a Adaucto al cielo». El sacerdote Vero, por orden de
su superior Dámaso, restauró la tumba y adornó el santuario de los mártires. La
Depositio Martyrum, que data del año 354, menciona a «Félix y Adaucto, en el
cementerio de Comodila en la Vía Ostiense», ello constituye una sólida prueba
de la antigüedad del culto de estos mártires, confirmada por el Sacramentario
Leonino y otros muchos documentos. Fueron sepultados en el cementerio de
Comodilla, en la Vía Ostiense, no lejos de San Pablo Extramuros. La cripta fue
transformada por el papa Siricio en basílica, y sucesivamente ampliada y
decorada por los papas Juan I y León III. Llegó así a ser meta de peregrinación
y devoción hasta bien entrado el Medioevo, en el que catacumbas y santuarios
subterráneos cayeron en el olvido y fueron devastados. El cementerio de
Comodilla y la tumba de Félix y Adaucto fueron descubiertos en 1720, pero la
satisfacción del descubrimiento duró poco, porque algunos días después la
bóveda de la pequeña basílica subterránea se derrumbó. Los restos cayeron
nuevamente en el olvido y la dejadez, hasta el 1903, cuando la basílica fue
definitivamente restaurada. Se descubrió uno de los más antiguos frescos
paleocristianos, en el que se representa a san Pedro recibiendo las llaves, en
presencia de los santos Esteban, Pablo, Félix y Adaucto.
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