El dengue es una enfermedad cuya transmisión ocurre principalmente en
climas tropicales e intertropicales. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha
expandido hacia regiones subtropicales y templadas (con estaciones marcadas);
debido a los cambios climáticos, la rápida urbanización no planificada, el
aumento del movimiento humano y los cambios en el uso de la tierra. Para hacer frente a este problema, en la
provincia de Santa Fe, se ha conformado un grupo de investigación
multidisciplinario integrado por científicas pertenecientes al CONICET, la
Universidad Nacional del Litoral (UNL), profesionales del Ministerio de Salud
de la Provincia y otros referentes nacionales e internacionales.
Un
poco de historia
El dengue fue erradicado de Argentina a mediados del siglo pasado gracias a
exitosos programas de control del mosquito Aedes aegypti (vector de trasmisión
de la enfermedad). Sin embargo, en 1997 se reportó nuevamente la primera
transmisión autóctona y, a partir de allí, aparecieron sucesivos brotes en los
meses más cálidos y siempre estuvieron estrechamente relacionados con
situaciones similares en los países vecinos. Hasta el 2009, la transmisión del
dengue en Argentina se limitaba a las provincias del norte con climas
subtropicales, pero, en los últimos años, se ha detectado en varias provincias
centrales con climas templados, como Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, donde la
presencia de los mosquitos de hábitos domiciliarios es frecuente en zonas
urbanas.
Muchas
miradas tras un mismo objetivo
El equipo científico abocado al tema está encabezado por dos investigadoras
del CONICET, María Soledad López, del Centro de Estudios de Variabilidad y
Cambio Climático (CEVARCAM) de la UNL, y Elizabet Estallo, del Instituto de
Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIBYT, CONICET-UNC). El grupo
estudió las principales rutas de introducción del dengue desde otros países
hacia el territorio santafesino, analizando ciudades y departamentos donde se
registraron las mayores cantidades de casos durante los momentos de brotes. El
trabajo fue publicado en la revista Scientific
Data, del Nature Publishing Group.
El artículo
describe más de 10 años de datos sobre la transmisión del dengue en la provincia
de Santa Fe, y lo hace desde una perspectiva multidisciplinaria gracias a las
especialidades de sus integrantes. Por el CONICET, además de María Soledad
López y Elizabet Estallo, completan el grupo Elisabet Walker, Andrea Gómez,
Gabriela Müller y Diego Mendicino; mientras que por el Ministerio de Salud de
Santa Fe participa Daniela Jordan, sumando su presencia internacional Michael
Robert, de la Virginia Commonwealth University (Estados Unidos).
La investigación
se centra en los brotes ocurridos en 2009, 2016, 2019 y 2020, los que fueron
aumentando en incidencia, a punto tal que el de 2020 cuadruplicó la cantidad de
casos respecto al de 2016. Estos alarmantes números se combinan también con el
hecho de que en el último brote se registraron -de los cuatro posibles- dos
serotipos de dengue, y prácticamente en la misma proporción. Esto reviste mayor
seriedad porque agrava la situación, dado que una persona infectada con dos de
ellos tiene mayores probabilidades de desarrollar formas graves de la enfermedad.
La aparición del
dengue en Santa Fe y en otras partes del centro de Argentina coincide con el
aumento de la transmisión del virus por mosquitos Aedes aegypti en otras
regiones del mundo; y, como agravante, esta especie transmite también los virus
del Zika y chikungunya.
«La rápida
expansión de los virus transmitidos por mosquitos configura un problema de
salud pública mundial de tal magnitud, que debe abordarse de manera coordinada
entre los ámbitos académicos y gubernamentales y traducirse en acciones concretas
hacia las comunidades», explicó López.
Los datos
surgidos de este estudio son fundamentales para continuar las investigaciones y
vincularlas con el papel del clima y el comportamiento humano. Las estadísticas
reportadas permiten ser combinadas con datos meteorológicos para estudiar los
efectos de las fluctuaciones de temperatura, precipitación y humedad en la
transmisión del dengue. Otro factor relevante es observar la incidencia de los
viajes entre Santa Fe y otras provincias y países vecinos donde existe mayor
incidencia de casos.
En 2009,
Argentina experimentó por primera vez brotes de dengue en su región central y,
desde entonces, se han reportado casos cada año, hasta el 2020, cuando se
registró que más de la mitad ocurrió en esta región. En ese contexto, Santa Fe
enfrentó su mayor epidemia de dengue, lo que se replicó en gran parte del país,
donde se registraron casos autóctonos en 17 de las 23 provincias. Al adentrarse en la bota santafesina, el
Departamento General Obligado es el que registra la mayor incidencia de casos.
Al respecto, López señaló: «Esto puede deberse a su ubicación geográfica, ya
que es la vía de acceso a los países limítrofes en los que la enfermedad es
endémica y también a las provincias limítrofes del norte, donde los casos son
más frecuentes».
Esfuerzo
para la sociedad
Este trabajo
científico desarrollado desde instituciones públicas es un ejemplo más de
compromiso de la ciencia con la sociedad. En este sentido, el grupo ya está
colaborando con el municipio de Reconquista y en breve comenzará a hacerlo
también con la ciudad de Santo Tomé, a fin de dar orientación en diferentes
aspectos de la problemática del dengue, como monitorear la puesta de huevos del
Ae. Aegypti y así poder contar con información en tiempo real para adoptar
decisiones y guiar las estrategias preventivas.
Es importante
recordar que en Argentina la circulación del dengue se corta durante los meses
más fríos, al cesar la actividad del mosquito Aedes aegypti, pero vuele a
hacerlo con el regreso de la temporada cálida. Por esto es fundamental la
prevención de los municipios y comunas para disminuir la abundancia de
mosquitos mediante el ‘descacharrado’ y eliminación de criaderos. Sin mosquitos
la circulación del virus no se produce, por lo cual es vital el saneamiento de
los domicilios y espacios comunes de las ciudades.
«Es el trabajo
conjunto y sostenido en el tiempo entre los ámbitos académicos y
gubernamentales el que puede generar resultados positivos. En particular ante
esta problemática es preciso actuar con conocimiento científico y de manera
coordinada para poder enfrentar esta fuerte expansión hacia regiones templadas
como las de Santa Fe, donde los datos son elocuentes: en el 2020, de los 4521
casos, 4457 fueron definidos como autóctonos», afirmó López.
La educación
ambiental es fundamental para prevenir esta enfermedad y cada ciudadano tiene
un rol. No sólo científicos, funcionarios y personal de salud. «Debemos conocer
cómo limpiar nuestros domicilios en primavera, verano y otoño y también en los
períodos interbrotes, incluso en las estaciones de invierno o en los años con
pocos casos. Son éstos justamente los mejores momentos para que los gobiernos
realicen las campañas de concientización destinadas a que las personas hagan el
descacharrado. Las hembras ponen los huevos en recipientes rugosos donde éstos
se pueden adherir y una vez que llueve, los huevos son tapados por el agua,
nacen las larvas que pasan a un estadio de pupa para llegar a adultos y
comenzar el ciclo otra vez», concluyó López. BP
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