Investigadores de Argentina lograron describir
mecanismos cruciales del proceso de maduración de los virus de dengue y del zika
en el interior de las células, un evento clave para la infección viral.
«Los procesos descritos en este trabajo podrían desentrañar un mecanismo
crucial para la formación de las nuevas partículas virales», indicó Ernesto
Ambroggio, uno de los líderes del estudio e investigador del Centro de
Investigaciones en Química Biológica de Córdoba (CIQUIBIC), que depende del
CONICET.
Al igual que el nuevo coronavirus, los virus del dengue y zika tienen en
su interior una molécula de ARN (la parte más vulnerable del virus) que
contiene la información genética para multiplicarse una vez que infectan a una
célula. Para lograrlo, el material genético debe despojarse de un ‘escudo
protector’ formado por la proteína de cápside del virus, que actúa recubriendo
al ARN para preservar su integridad. De esta forma el ARN atraviesa dos pasos
cruciales: debe reclutarse (protegerse) para formar nuevos virus y liberarse
para multiplicarse. Estos dos pasos se conocen como encapsidación y
desnudamiento.
Durante la encapsidación, además de cubrirse con la proteína de cápside,
el virus recluta lípidos que sirven como una segunda cubierta o barrera
protectora. «En este trabajo estudiamos cómo son los procesos fisicoquímicos
que permiten que el ARN del virus se asocie con los elementos de protección que
constan de la proteína de cápside y de los lípidos» explicó Andrea Gamarnik,
directora del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto
Leloir (FIL) e investigadora superior del CONICET.
Gamarnik, Ambroggio y colegas descubrieron que las proteínas de cápside
de los virus de dengue y Zika pueden, de manera simultánea, empaquetar el ARN
viral y unirse directamente a los lípidos de una estructura celular llamada ‘retículo
endoplasmático’ para así formar los nuevos virus que saldrán de la célula.
«Esto es novedoso ya que soporta, y amplía, el rol de las proteínas de cápside
no solo como partenaires del ARN, sino como directoras de la ubicación correcta
del material genético a nivel subcelular para la formación de las nuevas
partículas virales», explicó Ambroggio.
Los investigadores también comprobaron que ese proceso biológico tiene
lugar en un medio que se puede denominar como una ‘nueva fase líquida’. «El
acoplamiento de estas piezas (ARN, cápside y lípidos) ocurre en un medio
celular de agua estabilizada, como si fueran ‘gotas’, en comparación con el
agua del medio celular que rodea estas fases», explicó Guadalupe Costa Navarro,
también autora del estudio y becaria doctoral del CONICET en el grupo de
Gamarnik.
«Estos estudios develan un blanco para controlar la infección. Considero
que una buena terapia antiviral sería el desarrollo de moléculas que puedan de
alguna manera contrarrestar la asociación descripta en nuestro estudio o sea
impedir la formación de ese tipo de ‘gotas’», subrayó Ambroggio.
Por su parte, Gamarnik resaltó que «conocer en detalle los mecanismos
moleculares de multiplicación e infección del virus del dengue y zika es el
camino para identificar estrategias innovadoras para el control viral».
El estudio publicado es el fruto de un trabajo sinérgico que se
desprende de unir distintas disciplinas científicas con un fin común. En este
caso, los laboratorios, dirigidos por Gamarnik y Ambroggio, aunaron sus
especialidades en virología molecular y biofísica de membranas,
respectivamente, para estudiar un proceso fundamental en la multiplicación de
dos virus que son un serio problema en Salud Publica.
Además de la pandemia de COVID-19, el dengue es otro de los mayores
retos de la salud pública en Argentina y la región. En 2019, la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) informó más de 3 millones de casos de dengue en
América Latina, el mayor número registrado en la historia para la región. Por
otra parte, aunque después del brote epidémico en América en 2016-2017 el zika
declinó de manera sensible, todavía se siguen estudiando las secuelas que dejó
y no se puede descartar su reemergencia.
Del estudio, publicado en ‘The Journal of Biological Chemistry’ también
participaron Luis Benito Pérez Socas, del CIQUIBIC, del CONICET y de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y Luis A Bagatolli, del Instituto de
Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra (INIMEC) que depende del
CONICET, y de la UNC. BP
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