domingo, 5 de diciembre de 2021

Aire fresco…

El ambiente, enrarecido, oprime nuestro corazón. Sentimos que el aire es poco sano. Las tensiones acumuladas nos aturden. 
Necesitamos una bocanada de aire fresco. Abrimos la ventana del alma en espera de un poco de alivio. 
En la vida humana hay momentos en los que brisas de belleza, de bondad, de justicia, de ternura, alivian y consuelan. 
Frente a los problemas que se acumulan poco a poco, o que llegan como granizadas dañinas, sentir la caricia de un aire renovador y suave nos consuela y nos ayuda a reemprender la lucha. 
Levanto la cabeza. Por encima de las nubes, un color diferente me enseña un panorama más completo. 
Existe un cielo, existe un juicio, existe un Dios que es justicia y misericordia. Quedan espacios para la esperanza y para la alegría. 
El aire fresco alivia. El calor deja de oprimir mi alma. Siento una paz que se explica desde Dios y que me lanza a pensar en mis hermanos. 
El reloj corre. Los problemas no durarán eternamente. Siguen ahí, es cierto, pero los veo desde una perspectiva diferente. 
Con el alivio y la fuerza que me llegan como don de Dios Padre pongo, nuevamente, las manos en el arado. Y recuerdo que a cada día le basta su afán (cf. Mt 6,34). FP

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