Desde la cuna de la
civilización, incluso antes del antiguo Egipto, los seres humanos buscaban
olores frescos y perfumes, relacionándolos con la salud. Los olores dulces y
agradables se oponían a los olores desagradables, que entonces se veían como
significantes de mala higiene y enfermedad. Este conocimiento instintivo sigue
siendo válido hoy en día, pero ahora también sabemos que ‘no todo lo que huele
mata, y no todo lo que mata apesta’, según la teoría de los gérmenes. Entonces,
si los humanos tenían tanto miedo a los malos olores incluso antes del
descubrimiento de la Teoría de los Gérmenes en 1861, ¿qué llevó al Gran Hedor
de París?
El gran olor
Lo que sugiere la Teoría de
los Gérmenes es que ‘ciertas enfermedades son causadas por la invasión del cuerpo
por microorganismos, organismos demasiado pequeños para ser vistos excepto a
través de un microscopio’. Ahora definimos esto no como una mera teoría sino
como sentido común. Pero en la época en que el químico y microbiólogo francés
Louis Pasteur, el cirujano inglés Joseph Lister y el médico alemán Robert Koch
idearon la teoría, no era así. Los seres humanos seguían creyendo que todo mal
olor entrañaba necesariamente riesgos para la salud. Así ocurrió en los meses
de agosto y septiembre de 1880 en París. La ciudad fue tomada como rehén por un
hedor, y el horrible olor provocó un susto en la ciudad, ya que fue tomado como
un significante de enfermedad. El origen del mal olor fueron las alcantarillas.
La ciudad estaba inundada de suciedad. Como decía el diario Le Fígaro:
‘Apestaba hasta el cielo’. El susto no tardó en generar rumores de enfermedad.
Estos rumores se extendieron tan rápidamente y en tal medida que los ciudadanos
comenzaron a protestar, y se creó una comisión gubernamental para tratar el
asunto, anunciando que el mal olor podía perjudicar la salud pública. Con el
paso del tiempo, el hedor desapareció con él, y los habitantes de París vieron
que, de hecho, salían indemnes, por lo que empezaron a abrazar la Teoría de los
Gérmenes. Cuando, 15 años después, la ciudad volvió a verse asfixiada por el
hedor, la cobertura mediática fue casi humorística al respecto: ya no era
motivo de pánico sanitario. No era más que un mero inconveniente.
¿Por qué la gente no era tan
higiénica en esa época?
Pasteur, Lister y Koch
trabajaron duro entre 1850 y 1920, realizando varios experimentos con
conclusiones claras para persuadir al público de que creyera en la teoría de
los gérmenes y adoptara buenos hábitos de higiene. Aun así, tuvieron que pasar
muchos más años hasta que el público y los médicos adoptaran buenos hábitos de
higiene. Los cirujanos no se deshacían de los residuos peligrosos de forma
adecuada, y llevaban prendas no desinfectadas y a veces manchadas durante las
cirugías. Tanto en el trabajo como en casa, lavarse las manos no era una
costumbre habitual. Los sistemas de alcantarillado no separaban adecuadamente
los residuos del agua potable. Pero todo esto no se debía a que la gente no se
preocupara por la higiene. Simplemente no eran conscientes de que estas
acciones suponían riesgos para la salud. Esto es difícil de imaginar en una
época en la que todos los niños saben que deben lavarse las manos antes de
comer. SF
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