No te da el juego armado ni el tutorial paso a paso que debes seguir
para ser feliz. Dios te da “señales” para que disciernas y tomes el
camino que responde a su voluntad. A veces las
señales son muy claras, pero en otras ocasiones te puedes tardar años en
detectarlas. Así como también las señales pueden ser muy
evidentes, pero simplemente no las logras ver.
“Yo le pregunté: ¿Qué debo hacer, Señor? El Señor me dijo: Levántate y
ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 22,10)
Lo cierto es que nada ocurre al azar en esta vida. Todo
lo que sucede desde lo grande a lo pequeño pertenece al Plan perfecto de Dios,
quien al darnos libre albedrío, espera que sigamos su voluntad que revela
mediante esas señales.
“Reconócelo a Él en todos tus caminos y Él allanará tus senderos” (Prov. 3,6)
“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (Juan 10,27)
Pero, ¿cómo logramos verlas? Más complejo aún… ¿Cómo logramos detectar
de que esas señales provienen realmente de Dios y no de otras fuentes o
simplemente de nuestra imaginación? Es recurrido el comodín: “Dios me lo reveló
mediante sueños y visiones”. Tampoco se trata de engañarse y de obedecer a todo
lo que llega a nosotros o a cualquier pensamiento que se nos venga a la mente.
Seguramente hemos escuchado el relato de aquel pescador que tras el
naufragio de su bote, se estaba ahogando en el mar; esperaba la ayuda de Dios,
pero sólo llegó a él la ayuda de un barco pequeño, uno más grande y un
helicóptero. Tras su muerte le pregunta a Dios: ¿Por qué no me salvaste cuando
te pedí ayuda? Dios le contesta que aquellos salvavidas fueron enviados por Él,
sin embargo el pescador no lo creyó en su momento. Y es que Dios se comunica
con cada uno de nosotros sirviéndose de cualquier instrumento.
En la medida que nuestra fe sea más fuerte y mediante una vida de
oración constante, podemos ir discerniendo cada vez más la voluntad de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura, que es la palabra viva del Señor, es
también el instrumento por medio del cual Dios se comunica con nosotros. Y por
cierto, podemos recurrir a la intercesión de la Virgen María, pidiendo en
oración que nos ayude a ver las señales que Dios va colocando en nuestro
camino. Él quiere que nos abandonemos en su voluntad y confiemos en su Plan
maravilloso aunque a veces resulte difícil o simplemente inimaginable.
Generalmente se trata bastante este tema en aquellas personas que
sienten una inquietud vocacional respecto a la vida consagrada. Podemos recoger
muchos testimonios de personas consagradas que jamás imaginaron serlo; que
luego de muchas señales que Dios les enviaba pudieron responder con un Sí. Cada
caso es único, pues Dios se ha manifestado en ellas de diferentes maneras; lo
común de todas esas personas es su grandioso amor, pues en ellas fijó su
mirada, las eligió y las llamó para servirles en su Reino. Esas personas viven
en paz y con alegría, gozando de este regalo inmenso de Dios.
Sin embargo en nuestra vida cotidiana, siempre se nos presentan
inquietudes de todo tipo y en toda materia. Generalmente tenemos más de un
camino al que podemos optar y estamos en constante inseguridad de qué opción
tomaremos. Los cristianos le pedimos ayuda a Dios y nos
aferramos a la oración mientras que otros buscan respuestas en dónde por
cierto, no las encontrarán. Y en este punto debemos reflexionar. ¿En dónde
esperamos encontrar las señales que debemos seguir? Debemos tener presente que sólo Dios
tiene ese Plan perfecto para cada uno de nosotros, un plan único e
intransferible, un plan que con toda seguridad nos llevará a encontrar la
felicidad. Lo demás, es fantasía, bienestar momentáneo quizás o una opción
menos exigente, pero en ningún caso la voluntad de Dios y el camino a la
Santidad.
Es el espíritu Santo quien nos guía para caminar en la senda que Dios
nos ha preparado desde siempre. Por ello debemos invocarlo en todo momento,
pidiendo que nos asista y que nos indique el camino que responde a la voluntad
del Padre.
“Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”
(Romanos 8,14)
“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gálatas 5,25)
“El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y camina junto a su carro” (Hechos 8,29)
“El Señor iba al frente de ellos, de día en una columna de nube, para
guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos,
de manera que pudieran avanzar de día y de noche” (Éxodo 13,21)
MYB
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