«La
ilusión constituye una manera de vivir de unas personas determinadas: son esos
hombres y mujeres que, de una forma habitual, encuentran diariamente motivos
para ilusionarse, para hacer de cada jornada laboral un día festivo.
»Se les
suele llamar personas de temperamento alegre, y parte de esa alegría les viene
por su capacidad de ilusionarse, ya sea por un paseo o por el color de unas
flores, da igual, porque cada una de estas manifestaciones de júbilo responden
a una de actitud básica de vivir su propia vida, de esa personas de chispeante,
de refrescante juventud, que les lleva a encontrar, en lo que otro tal vez ve
la monótona repetición de un acto, una ocasión para disfrutar de la vida.
»Todo el
mundo quisiéramos hacer de nuestra vida una existencia ilusionada. La meta es
difícil, pero al estar rodeada de un cierto hábito de magia y utopía se hace
sumamente apetecible.»
La cita
es larga, pero merece la pena. Es de Miguel Ángel Martí, que en su brillante
ensayo sobre la ilusión (La ilusión, Editorial EUNSA, 1993), nos alienta
a esforzarnos por vivir ilusionados, liberados de planteamientos ramplones, de
cansancios vitales y de monótonos desencantos.
La
ilusión está presente en los más variados ámbitos de nuestra vida, iluminándola
y llenándola de alegría. Todos deseamos aprender de esas personas de vida
ilusionada, de esas personas —continúa Martí— «que han encontrado, a lo mejor
sin saberlo ellas, el arte de vivir, y que lo manifiestan en el lenguaje vivo
de sus ojos, en la frescura de su sonrisa, en esos olvidos de lo que para
muchas personas constituye el tema central de sus conversaciones: enfermedades,
accidentes, carestía de la vida, la ingratitud de los jóvenes... y una larga
letanía de tonos oscuros y de tristes musicalidades, en esos olvidos —decíamos—
que tanto se agradecen y que nos ayudan a abrir los ojos a espacios abiertos,
refrescantes como la luz que los ilumina.
»Hace
falta energía, grandeza de ánimo y finura de espíritu para hacer de la vida
algo más que un producto a granel envuelto en papel de periódico (y a veces por
la página de las esquelas). No siempre quizá lo consigamos, pero que debemos
apostar por este tipo de vida me parece una exigencia de nuestra condición de
hombres; eso sí, se sobreentiende, después de haber superado los falsos
idealismos y los planteamientos inmaduros». AA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario