Científicos
argentinos lograron describir un mecanismo clave que regula la actividad de una
proteína del virus del papiloma humano (VPH) que le permite desencadenar procesos
cancerosos en las células que infecta. Este patógeno es el agente causal del
99% de los canceres de cuello uterino y un 25% de los orofaríngeos.
Estudios
previos, liderados por Gonzalo de Prat Gay, de la Fundación Instituto Leloir (FIL), habían demostrado que la
oncoproteína E7 del VPH gatilla el desarrollo tumoral en las células
infectadas. “Entender cómo se regula esta molécula tiene mucha importancia
dado que nos permite identificar posibles blancos terapéuticos para el
desarrollo de antivirales”, indicó uno de los directores del estudio, Leonardo
Alonso, investigador del Instituto
de Nanobiotecnología (NANOBIOTEC), que depende del CONICET y de la UBA.
Alonso, Prat
Gay, también director del estudio, y el resto de los colegas lograron
describir mecanismos moleculares que regulan la “adquisición” o unión
de residuos reactivos de cisteína (un tipo de aminoácido azufrado) en
las diferentes proteínas E7 del VPH. Este proceso “es clave y se relaciona con
el potencial oncogénico del virus”, explicó Alonso, también investigador del CONICET.
El trabajo fue
publicado en la prestigiosa revista “Molecular
Biology and Evolution”. Los investigadores argentinos usaron una compleja
combinación de datos estructurales, de reactividad química y dinámica
proteica para desarrollar un modelo que predice dónde las diferentes
proteínas E7 de más de 300 cepas virales analizadas tienen permitido o
‘prohibido’ adquirir los residuos de cisteína.
Pero el
hallazgo puede tener otras implicancias. “Ahora, estamos analizando si los
mismos principios que gobiernan ese fenómeno pueden aplicarse a otras proteínas
humanas responsables del desarrollo diferentes tumores”, afirmó Alonso.
El primer
autor del estudio es Damián Alvarez-Paggi, investigador del CONICET en la Fundación para la Investigación en Infectología Infantil (INFANT),
Y también participaron Gabriela Camporeale y Luciano Montero, de la FIL y del CONICET; y Juan Ramiro Lorenzo e Ignacio Sánchez, del Instituto de Química Biológica de la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (IQUIBICEN), que depende del CONICET y de la UBA. CyTA-FL
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