A los beneficios que la actividad física ofrece sobre la
salud mental y del organismo de las personas, nadie los pone en tela de
juicio. Lo que hasta ahora no se tenía en cuenta, es que también puede tener
incidencia sobre nuestra genética. Así
lo define un estudio liderado por profesionales del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), en
Barcelona, quienes arribaron a la conclusión de que hacer gimnasia se
relaciona con modificaciones en la estructura del ADN.
El estudio, publicado en la revista Medicine and
Science in Sports and Exercise, afirma que la actividad física puede
generar cambios en esas moléculas sin modificar la secuencia de letras de los
genes, es decir su estructura primaria. De esta forma, en lo que
impacta es en cómo se expresa la información genética.
Para los investigadores, realizar actividad de
forma moderada-vigorosa, es decir, caminar a diario en modo rápido o
practicar algún deporte durante al menos 30 minutos, permite maximizar los
beneficios para la salud. ¿Cómo
influye esta práctica en nuestro ADN?
El ejercicio de estas características actúa sobre
uno de los elementos clave en el metabolismo de los triglicéridos que, en altas
concentraciones, aumentan el riesgo de enfermedades
cardiovasculares. A nivel genético, los cambios que el movimiento físico
provoca en el ADN influyen en cómo se leen nuestros genes y en su nivel de
expresión, lo que puede entenderse como una mejora en los patrones relacionados
a enfermedades crónicas.
“Sabemos que el estilo de vida tiene un impacto en
cómo se expresa la información que contienen nuestros genes, y nos preguntamos
si la actividad física estaría relacionada con algún cambio en uno de estos
mecanismos biológicos, que es la metilación del ADN”, expresó Roberto
Elosua, coordinador del grupo de investigación del IMIM.
La metilación del ADN es un cambio químico en la
molécula del ácido desoxirribonucleico, que no altera la secuencia de letras
pero que determina el nivel de expresión de los genes. Traducido, decide su
capacidad para generar o no proteínas.
El nivel de metilación se ha relacionado con
diferentes enfermedades como el
cáncer, los trastornos cardiovasculares, la diabetes y la obesidad, entre
otras.
“En los análisis hemos observado que las personas
que más practican actividad física de intensidad moderado-vigorosa, presentan
unos menores niveles de metilación en dos sitios del ADN”, explica la
investigadora Alba Fernández Sanlés, una de las autoras principales del
estudio.
De hecho, este tipo de ejercicio es el que se
recomienda a la población en general para mantener un buen estado de salud, y es del que se obtiene un
mayor beneficio de acuerdo a infinitos estudios sobre su incidencia.
Sanlés apunta que “uno de los genes que encontramos
con cambios en sus marcas de metilación está relacionado con el metabolismo de
los triglicéridos. Ya se conoce que la
actividad física disminuye sus niveles, por lo que nuestros datos
sugieren que la metilación de este sitio del ADN podría ser un mecanismo
mediador del efecto de la actividad física sobre ellos”.
En efecto, la investigación también sugiere que el
estilo de vida es otro determinante sobre cómo actúa la metilación de
esta molécula en nuestro organismo. “En estudios previos también
observamos que el consumo de tabaco modifica los niveles de metilación del ADN”,
afirma Elosua, y resalta la
importancia de promover un estilo de vida saludable que incorpore la
práctica de actividad física para la prevención de enfermedades
cardiovasculares.
Para arribar a estas conclusiones se analizaron
datos de dos poblaciones occidentales, la catalana Regicor (Registre Gironí del COR) y la estadounidense Framinghan (Framingham Offspring Study).
En total, pudieron trabajar con los datos de la actividad física de 2.544
personas de entre 35 y 74 años, a partir de cuestionarios validados por la
comunidad científica internacional.
La metilación del ADN, en tanto, se estudió a
partir de muestras de sangre de los voluntarios, y se analizaron más de 400.000
marcas repartidas por todo el ADN en cada una de estas personas. Aquellos que
realizaban alguna disciplina deportiva contaban con un mejor nivel de
metilación.
¿Con cuánto ejercicio alcanza? La respuesta no
es unánime, sino más bien se adapta a las necesidades y posibilidades de
cada uno, promediando al menos 150
minutos de actividad aeróbica moderada, o 75 minutos de actividad
intensa por semana, o una combinación de ambas. Lo que sí es
universal, es que por más reducido que sea el tiempo dedicado a mover el
cuerpo, y por más liviana que pueda parecer la actividad, siempre es mejor que
quedarse en casa.
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