Desde que el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 fue identificado a
comienzos de enero, los esfuerzos de la comunidad científico-médica mundial en
la búsqueda de tratamientos efectivos y seguros contra Covid-19 y para el
desarrollo de vacunas que puedan prevenir la enfermedad no dejan de crecer.
En miles de ensayos clínicos en centros de todo el mundo se prueban drogas (antivirales,
antiinflamatorias, entre otras) y terapias (como el plasma de convalecientes)
con experiencia de uso en otras patologías, sobre todo en pacientes críticos,
que tienen más riesgo de morir. Hasta el momento, coinciden los
especialistas, no hay una “bala de plata”,
una estrategia que permita cambiar el pronóstico de la enfermedad.
En ese sentido, en las últimas horas se produjeron dos hechos casi
en paralelo: un ensayo clínico que involucró a más de 6.000 pacientes realizado
por la Universidad de Oxford -todavía no publicado en una revista científica-
mostró que la dexametasona reducía
hasta en un tercio la mortalidad en pacientes críticos. La OMS recibió con
‘satisfacción’ los resultados. Poco después, comunicó que suspendía la rama del
ensayo Solidarity que estudiaba la efectividad de la hidroxicloroquina en la
reducción de la mortalidad al no haberse encontrado beneficios.
Dexametasona
Barato y ampliamente disponible, este corticoesteroide es
el primer medicamento que parece mejorar la supervivencia en
Covid-19. Pero los beneficios sólo se verían en los pacientes más graves,
es decir, en quienes están con ventilación mecánica y en aquellos que reciben
oxígeno a través de una mascarilla. Entre los primeros, la dexametasona
redujo la mortalidad en un 35% y en un 20% en el segundo grupo, según los
resultados preliminares del amplio ensayo clínico británico Recovery. Pese a
que los resultados todavía no fueron revisados por investigadores
independientes y publicados en una revista científica, tras el anuncio de
la Universidad de Oxford el gobierno británico comunicó que empezaría de
forma inmediata a aplicar el tratamiento en pacientes con requerimiento de
oxígeno. La dexametasona, con un potente efecto antiinflamatorio, se indica
generalmente para tratar reacciones alérgicas, el asma y la artritis reumática.
Remdesivir
La revista New England Journal of Medicine publicó en mayo una
investigación sobre la capacidad del antiviral remdesivir de acortar el
tiempo de recuperación de los enfermos.
Pero su eficacia no es espectacular: reduce ese lapso de tiempo de
15 a 11 días entre los enfermos hospitalizados y no
tiene ninguna incidencia en la mortalidad.
Estados Unidos y Japón validaron la autorización de urgencia para
usar el remdesivir en hospitales. Europa evalúa su autorización en el mercado.
Fabricado por el laboratorio Gilead, el remdesivir fue inicialmente
desarrollado contra el Ébola, pero no resultó efectivo. Con Covid-19 tiene una
segunda chance.
Hidroxicloroquina
Promovido por el presidente Donald Trump y el controvertido
virólogo francés Didier Raoult, este tratamiento no demostró eficacia contra el
nuevo coronavirus.
El ensayo clínico británico Recovery concluyó que la hidroxicloroquina no tiene un efecto beneficioso, tras lo cual la agencia regulatoria de Estados Unidos, la
FDA, retiró el lunes la autorización de urgencia para su uso. Mientras
que la OMS anunció ayer la suspensión de los ensayos clínicos con el
antipalúdico que también se utiliza en el tratamiento de algunas enfermedades
reumáticas, como el lupus. Pero sus partidarios siguen defendiéndola,
especialmente después de que la prestigiosa revista The Lancet debiera retirar
un estudio que apuntaba a sus efectos nefastos por las sospechas de fraude.
Antirretrovirales y plasma
Hay más de 2.000 ensayos clínicos vinculados a Covid-19 en todo el
mundo, registrados en la base de datos de los Institutos Nacionales de Salud
(NIH) de Estados Unidos (clinicaltrials.gov). Además de estrategias
terapéuticas y profilácticas, también se evalúan potenciales vacunas y métodos
de diagnóstico. Otra estrategia estudiada desde el inicio es la combinación de
los antirretrovirales contra el VIH lopinavir-ritonavir. También hay múltiples
ensayos con plasma de convalecientes, terapia en la que Argentina tiene gran experiencia y que también
prueba contra Covid-19.
Para atenuar la respuesta inflamatoria que produce la enfermedad en
los pacientes críticos, además de la dexametasona se prueban drogas como
tocilizumab y colchicina, entre otras. Sin embargo, la mayoría de especialistas
cree que la clave será dar con una combinación de medicamentos con
el fin de sumar sus efectos.
La esperanza de la vacuna
La OMS lista 13 candidatas a vacuna que
ya están siendo probadas en diferentes fases de estudio en humanos, mientras que
hay otras 128 en etapa pre-clínica.
Hasta ahora solo se publicaron resultados parciales, algunos
descritos como ‘alentadores’. Entre los más avanzados, está el proyecto europeo
de la Universidad de Oxford, en cooperación con AstraZeneca, y el chino de la
Academia Militar de Ciencias Médicas y de la compañía farmacéutica CanSinoBIO.
La Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical cita por su
parte 194 proyectos, de los cuales 17 se hallan en fase de ensayo clínico.
La Agencia Europea del Medicamento estimó a mediados de mayo que
siendo ‘optimistas’ la vacuna podría estar lista en un año. Pero muchos países esperan su puesta
a punto a finales de año, para evitar una segunda ola de
la epidemia con la llegada del invierno en el hemisferio norte.
Así, Estados Unidos espera distribuir en el marco de su operación
“Warp speed” 300 millones de dosis en enero de 2021, es decir, prácticamente a
la totalidad de su población, mediante financiamiento y apoyo a los
laboratorios.
En China, la compañía farmacéutica estatal Sinopharm, que prepara
actualmente dos vacunas potenciales, confía en lanzarlas al mercado entre finales
de 2020 y principios de 2021.
En Europa, donde varios proyectos están en curso, también se
trabaja con estos plazos.
Alemania, Francia, Italia y Holanda firmaron por su parte un
acuerdo con AstraZeneca para suministrar a la Unión Europea 300 millones de
dosis.
Los grupos farmacéuticos insisten que las vacunas se venderán a un
precio asequible, incluso a su precio de costo. AstraZeneca se comprometió a “no sacar beneficios de esta vacuna”,
según su presidente en Francia, Olivier Nataf, que plantea un precio de unos 2
euros (2,24 dólares) la dosis.
Estados Unidos anunció su intención de dar prioridad a las personas
mayores, las personas con comorbilidades y los trabajadores “esenciales”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario