domingo, 19 de julio de 2020

Dios conoce a los suyos…

Dejadlos crecer juntos.
Vivimos en una sociedad caracterizada por lo que algunos autores llaman «la diseminación religiosa». Podemos encontrarnos con creyentes piadosos y con ateos convencidos, con personas indiferentes a lo religioso y con adeptos a nuevas religiones y movimientos, con gente que cree vagamente en «algo» y con individuos que se han hecho una «religión a la carta» para su uso particular, con personas que no saben si creen o no creen y con personas que desean creer y no saben cómo hacerlo.
Sin embargo, aunque vivimos juntos y mezclados, y nos encontramos diariamente en el trabajo, el descanso y la convivencia, lo cierto es que sabemos muy poco de lo que realmente piensa el otro acerca de Dios, de la fe o del sentido último de la vida. A veces ni las parejas conocen el mundo interior del otro. Cada uno lleva en su corazón cuestiones, dudas, incertidumbres y búsquedas que no conocemos.
Entre nosotros se llama «increyentes» a los que han abandonado la fe religiosa. No parece un término muy adecuado. Es cierto que estas personas han abandonado «algo» que un día vivieron, pero su vida no se asienta en ese rechazo o abandono. Son personas que viven de otras convicciones, difíciles a veces de formular, pero que a ellas les ayudan a vivir, luchar, sufrir y hasta morir con un determinado sentido. En el fondo de cada vida hay unas convicciones, compromisos y fidelidades que dan consistencia a la persona.
No es fácil saber cómo Dios se abre hoy camino en la conciencia de cada uno. La «parábola del trigo y la cizaña» nos invita a no precipitarnos. No nos toca a nosotros identificar a cada individuo. Menos aún excluir y excomulgar a quienes no se identifican en el «ideal de cristiano» que nosotros nos fabricamos desde nuestra manera de entender el cristianismo y que, probablemente, no es tan perfecta como nosotros pensamos.
«Sólo Dios conoce a los suyos» decía san Agustín. Sólo él sabe quién vive con el corazón abierto a su Misterio, quién responde a su deseo profundo de paz, amor y solidaridad entre los hombres. Los que nos llamamos «cristianos» hemos de estar atentos a los que se sitúan fuera de la fe religiosa, pues Dios está también vivo y operante en sus corazones. Descubriremos que hay en ellos mucho de bueno, noble y sincero. Descubriremos, sobre todo, que Dios puede ser buscado siempre por todos. JAP

No hay comentarios.:

Publicar un comentario