Obispo y mártir, 21 de
Agosto
Elogio: En Útica, en
África, san Cuadrado, obispo y mártir, que, habiendo dado a todo su pueblo,
clérigos y seglares, fiel testimonio de fe en Cristo, como buen pastor, al cabo
de cuatro días, siguió a la grey que había apacentado.
San Agustín
predicó varios sermones en Cartago, en distintos años, en la fiesta de san
Cuadrado, obispo de Útica, quien -según el mismo san Agustín menciona en su
sermón 306 referido a los mártires llamados «De la masa cándida»- exhortó a sus
fieles al martirio, y cuatro días después sufrió, como ellos, el martirio.
Efectivamente, el 21 de agosto sirve como referencia para fijar la fecha de los
mencionados, que en la actualidad se celebran el 18.
Como ocurre en
muchos sermones sobre los mártires, y especialmente en los de san Agustín, como
el predicador da por supuesto que su público conoce a grandes rasgos los
detalles de la historia de quien se celebra en la fecha, omite dar detalles, y
aborda en ellos más bien los aspectos que pueden ser edificantes para sus
oyentes, como puede ser el elogio del martirio. Así ocurre que para nosotros,
que lo leemos muchos siglos más tarde, se nos pierde casi todo lo que ellos
sabían sobre estos santos, y carecemos de referencias para poder entender mejor
algunos aspectos y alusiones.
En el artículo
correspondiente al grupo de mártires de Útica mencionados se puede leer
detalles sobre las dos fuentes que tenemos sobre ellos: Prudencio y san
Agustín; en el caso de Cuadrado, tenemos sólo a este último. Dirá, por ejemplo,
en uno de sus sermones, jugando con el nombre del santo en el contexto de una
exhortación a la perfección evangélica: «¿Acaso
no es perfecto el mártir Cuadrado? ¿Qué hay más perfecto que un cuadrado? Sus
lados son iguales, por todas partes es idéntico; de cualquier forma que se le
ponga, siempre está en pie, nunca caído. ¡Oh nombre hermoso, indicador de una
figura y muestra de una cosa futura! Ya se llamaba Cuadrado y aún no había sido
coronado. Aún no había llegado la tentación que le iba a hacer cuadrado, y, sin
embargo, cuando se le llamaba por ese nombre, se indicaba a quién había sido
predestinado ya desde antes de la creación del mundo; en él se compaginan el
nombre y el cumplimiento.» (Sermón 306B, 3)
Carecemos,
pues, de más detalles biográficos que el nombre, su rango de obispo, y su
gloria de mártir, sin embargo con esos tres elementos podemos aun acercarnos a
estos sermones de san Agustín de valor permanente, y no referidos a una
anécdota circunstancial, sino a la forma a la que está llamada cada vida
cristiana.
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