Independientemente
de la edad y del estado familiar, de los errores, fracasos y tropiezos o
posición social, todos debemos tener sueños y proyectos personales por cumplir
hasta el último momento de la vida. ¡Nunca! abandonemos los nuestros, ni por un
momento.
Cuando
dejamos de soñar, de tener proyectos e ilusiones, comenzara anidar la
depresión, la desmotivación, la frustración, el vacío existencial y el fracaso…
sin importar la edad.
Ser
solteros o casados, viudos, religiosos, adolescentes, jóvenes, maduros o
personas mayores etc. Tenemos derecho a desear intensamente que lo que parece
imposible suceda; a superarnos, a confiar en nuestras propias capacidades, a
tener objetivos. Nuestro estado no
nos impedirá jamás buscar ser mejores personas, mejores seres humanos, a
superarnos y ser mejor mujer o mejor hombre.
Somos
libres y tenemos derechos, pero no para destruirnos y para destruir a los
demás, sino para ser mejores, para lograr nuestro bien y el de los demás, Todos
tenemos derecho a ese sentimiento de alegría y satisfacción que produce la
realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente.
Tenemos
que vivir la vida, con la satisfacción de ir logrando realizar esos sueños,
esos proyectos e ilusiones, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se
persigue como padres, madres, hermanos, hombre, mujer, esposo o esposa.
¡Nunca
debemos perder la fe! A pesar de los problemas y retos que nos asechan, nunca
debemos perder la fe en Dios y en nosotros mismos. No debemos tener miedo a ser diferentes, debemos tener miedo a ser
como todos los demás. Debemos aprender a vivir, a superar y a
vencer las dificultades y revertirlas en positivo.
Los
problemas, los retos, las dificultades existen para ser superados, para
demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de vencer lo adverso y
triunfar.
Para que,
en nuestra familia, en el hogar, viva el amor, la paz y la alegría, antes todo
esto debe vivir en nuestro corazón y en nuestra vida.
No
debemos dejarnos vencer por el pesimismo o las enfermedades físicas cual quiera
que esta sea, nada de eso deberá ser obstáculo para nuestra realización humana
y personal.
Debemos
superar nuestros miedos, romper las barreras que nosotros mismos nos ponemos o
que otros nos intentan poner y que nos limitan a no lograr mejores y nuevos
objetivos. Cuando más responsabilidades tengamos, mayores deberán ser nuestros
sueños, ilusiones y deseos de superación
personal y familiar.
La
superación personal muestra la capacidad que tiene una persona a través de su
inteligencia y de su dedicación para alcanzar sus objetivos y crecer como
persona.
El que
sabe amar no frena ni quiere ignorar las aspiraciones profundas del otro: al
contrario, las quiere conocer, descubrir y estimular su desarrollo. Amar es
jugarse respetuosamente por la plenitud del otro, plenitud vislumbrada,
intuida, conocida y amada, porque es el bien máximo del otro.
El que
ama, estimula, comparte, apoya y motiva a que el ser amado sea mejor persona y
mejor ser humano, logre sus objetivos y se realice. Las ilusiones, los
objetivos, sueños, proyectos serán siempre el camino, el andar y luchar
significa la meta de la vida misma.
Amar, ser
más personas, perfeccionarse, capacitarse para tocar las cumbres en el
desarrollo de la propia personalidad. Es perfeccionarse en el amor, cumpliendo
el gran mandamiento divino de amar, y poder entrar así a la vida eterna, en la
felicidad de todos, cuya condición de entrada en el Reino del amor es “haber
amado”.
La vida
es un continuo desafío para crecer como personas, para descubrir nuevos
horizontes estimulantes. La superación personal remite a ese proceso
temporal de cambio en el que una persona sale de su zona de confort para
establecer nuevos hábitos y cualidades para mejorar su calidad de vida.
A pesar
de los errores y limitaciones personales, nadie tendrá derecho a humillarnos o menospreciarnos, por más
cercano que sea esa persona a nosotros.
Los
objetivos e ilusiones que podamos tener y esforzarnos para lograr, deben
comenzar por hacernos respetar y
valer en toda nuestra dignidad, y de la misma forma así respetar a los demás y
como personas y como seres humanos.
El que
dice que te ama, pero te humilla, te menosprecia, te compara de la forma más
degradante, no te respeta, esa persona no te ama… solo quiere hacerte daño. La
mejor muestra de amor, es el respeto absoluto.
Un ser
humano también se equivoca porque
nadie es perfecto y es importante reconocerlo. De hecho,
equivocarse no es siempre un signo de flaqueza, sino a menudo la muestra de que
estamos avanzando: nadie ha
logrado nunca nada importante sin haberse caído antes. Nos movemos por
motivaciones y nos motivamos cuando tenemos ideales. ¿Tú tienes claros los
tuyos? FMM
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