El sentido que Cristo le da a la autoridad queda
bien claro en los siguientes versículos del Evangelio: “Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No será así entre vosotros,
sino que el que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el
que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo; de la misma manera
que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida
en rescate por muchos"(Mt. 20, 25-27) Vemos pues, que Cristo define su
autoridad en términos de servicio y no de mando.
Junto a este texto
tenemos otro en que Cristo se compara al Buen Pastor cuando habla sobre su
autoridad. Hay que tener en cuenta que para el oriental la imagen del Pastor
era el símbolo de la autoridad política. El cetro que usan incluso los reyes de
los países occidentales, es una estilización del cayado del pastor.
El cetro nace en
Oriente y es el símbolo del rey, que es el pastor del pueblo, el que lo dirige.
Cuando el Señor dice “Yo soy el Buen Pastor” lo que quiere decir es que “Yo soy
la buena autoridad”, en contraposición de aquellos malos pastores de los que
hablaron los profetas.
En el Antiguo
Testamento aparecen duramente condenados los malos pastores (los reyes de
Israel y los sumos sacerdotes) porque en lugar de servir al rebaño se
apacentaron a sí mismos y engordaron a costa de las ovejas que se les
confiaron.
Los judíos
entendieron muy bien que Jesús quería decirles que Él venía como la buena
autoridad, no a aprovecharse de ellos y a explotarles como tantas veces habían
hecho las malas autoridades religiosas o políticas. Y les añadió la bella frase:
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” Jn.10, 10
Cabría preguntarse si
es posible compaginar esta visión religiosa de la autoridad y la que
normalmente se experimenta en la vida cotidiana: una autoridad como poder de
mando más que nada.
Pero ambas visiones
pueden compaginarse. Si vemos la etimología de la palabra autoridad
descubriremos que viene de la palabra latina ‘auctor’, que viene del verbo
‘augere’, que significa hacer aumentar, hacer crecer. El autor es el que es
fuente u origen de algo.
El padre en sentido
propio, es aquel que da la existencia a otro y se preocupa de su bienestar y
crecimiento El significado por tanto, de la palabra ‘autoridad’ no es mandar,
sino engendrar, dar vida, hacer crecer.
Luego ser autoridad,
etimológicamente hablando, es ser fuente de vida, y al mismo tiempo es servir a
esa vida. Lo que nos lleva a poder definir la autoridad como paternidad. Ambos
términos significan ser fuente de vida y servir a la vida que de uno brotó.
Es importante
corregir mentalmente la relación que hacemos entre autoridad y paternidad, pues
es corriente pensar que la paternidad en una forma de autoridad, cuando la
paternidad es el fundamento de toda autoridad. MSdeS
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