A más de ocho meses de que el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 empezara
a propagarse, la actividad en el mundo empezó a aumentar, pese a que las
diversas situaciones epidemiológicas obligan a mantener o reanudar diferentes
tipos de aislamiento. Es que, sin tratamiento específico ni vacuna que pueda
prevenir la enfermedad, el distanciamiento físico es una de las maneras más
efectivas de interrumpir la transmisión del virus. Se sabe que, aunque necesaria,
esa medida tiene impacto en la salud física y mental. El aumento en los casos
de trombosis venosa, producto de la reducción de la actividad física, es una de esas
consecuencias.
“Si bien todavía es prematuro analizar todas las consecuencias
físicas y psíquicas que va a producir el encierro prolongado, hay un tema que
los médicos estamos observando en consultorio y en las guardias: un aumento de
las trombosis venosas superficiales
y profundas de los miembros
inferiores”, advierte Marcelo Nahin, cirujano cardiovascular del Hospital
Británico y del Hospital El Cruce.
¿Algunas de las razones? A la falta de movimiento que induce el
pasar más tiempo en casa -sobre todo en adultos mayores, en personas que
realizan home office o en aquellas que todavía no pudieron volver a sus
empleos-, se le suman las actividades sedentarias de ocio: mirar películas,
leer libros acostados, pasar mucho tiempo sentados frente a la computadora,
entre otras.
Pero ¿qué es
la trombosis? ¿Por qué aumenta
su incidencia con la inmovilidad?
“La sangre es un tejido líquido muy espeso, ya que casi el 50 % son
componentes sólidos (glóbulos rojos, blancos y plaquetas) que se encuentran
dispersos en la fase líquida (plasma). Este sistema de dos fases (sólidos
dispersos en un líquido) se denomina coloide”, explica Nahin. Y añade: “La
sangre necesita estar en movimiento para poder fluir por las arterias como un
líquido y oxigenar los tejidos con el oxígeno que transporta la hemoglobina y
llevarse los desechos
celulares desde los tejidos a través de las venas”. El
enlentecimiento de la circulación de la sangre puede provocar trombosis.
En dinámica de fluidos, la sangre se comporta como un líquido ‘no
newtoniano’, es decir, su viscosidad depende de la velocidad. Si la velocidad
disminuye mucho, se puede formar un coágulo
interno o trombo. La sangre se pone en movimiento en
el sistema circulatorio por la energía mecánica del corazón, que la impulsa con
cada latido, dentro del sistema cerrado de ‘cañerías’ que conforman las
arterias, las venas y los capilares.
“Si se toma una foto del sistema circulatorio en cualquier momento
dado, se va a encontrar el 13% de la sangre en las arterias, el 64% en las venas, el
7% en los capilares, 7% en el corazón y 9% en los vasos pulmonares -precisa el
cirujano-. Es decir, casi el 70% de la volemia (cantidad total de sangre de un
individuo) está siempre en las venas. Las venas llevan sangre carboxigenada
(sucia) al corazón para que éste la envíe al pulmón a renovarse con el aire que
respiramos”.
Y aquí el problema: la sangre venosa de los miembros inferiores es
la que mayor dificultad tiene para llegar al corazón porque debe vencer la ley de la gravedad. El estar mucho tiempo frente a la computadora o tirados en un
sillón dificulta aún más el retorno venoso.
Los gemelos, ‘el segundo corazón’
En cambio, la actividad de caminar produce la contracción de los
músculos gemelos (pantorrillas) que impulsa la sangre venosa hacia arriba facilitando el retorno venoso. Por eso, a los gemelos se los denomina ‘el segundo corazón’.
“Dicho de otra manera, el corazón es al flujo arterial, lo que los
gemelos son al flujo de retorno venoso”, grafica Nahin y agrega: “De esta
manera, la inmovilidad por si sola o generalmente asociada con factores de
riesgo como tabaquismo, obesidad, deshidratación, trombofilias
y várices previas puede desencadenar trombos en las piernas”.
Asimismo, señala que no hay que olvidar que Covid-19 favorece la aparición de trombos, porque genera un estado protrombótico.
“Por eso, también hay que prestar atención al paciente Covid-19 que
se curó y ahora vuelve a su casa a terminar su recuperación ya que se deberían extremar aún más los cuidados”, advierte el especialista.
Trombosis venosa: síntomas y
recomendaciones
Los síntomas o pautas de alarma de la trombosis venosa
son: dolor en la pantorrilla, calor,
enrojecimiento, aumento del tamaño del muslo y/o la pierna,
entre otros.
Recomendaciones: buena
hidratación, caminar por adentro de la casa, subir o bajar escaleras si se
puede, no permanecer más de dos horas en la misma posición. Si se está sentado,
mover los pies, no fumar, dieta saludable y ante cualquier duda, consultar con
el médico.
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