miércoles, 6 de octubre de 2021

Puesto los ojos en Jesús…

Puestos los ojos en Jesús. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12.1–2.

Vivimos en tiempos cuando el avance tecnológico presenta muchas oportunidades de hacer cosas que antes no se podía hacer, como por ejemplo: cambiar el color de los ojos usando lentes de contacto con colores que la persona escoge, con el deseo de tener una apariencia diferente. Muchas mujeres dan una importancia especial al maquillaje de los ojos.  Y hoy quiero hablarles sobre  la importancia de los ojos y cómo embellecerlos. Todos los que tenemos ese sentido funcionando correctamente, muchas veces lo descuidamos,  y ni damos gracias a Dios por el sentido de la vista.

Es necesario poner un poquito de atención a nuestros ojos. Eventualmente, una visita al oftalmólogo, al optometrista, le haría bien a nuestra vista.

Te menciono algunos toques caseros que podemos hacer a nuestros ojos:

Bolsitas de té de manzanilla, ayuda a los ojos cansados, irritados, igualmente unas compresas de pepino en  rodajas, y de papa.  Además el agua fría, da refrescamiento. En las farmacias venden algunas máscaras que ayudan para el enrojecimiento. Bien amigas, esto en relación a nuestros ojos físicos.

Ahora vayamos a la Palabra de Dios para escuchar lo que dice Dios acerca de nuestros ojos.

Proverbios 4:25 Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

Lucas 11:34 La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.

Pidamos a Dios que nuestros ojos miren lo recto, puestos en El.

Juan nos advierte acerca de los deseos de los ojos. 1 Juan 2.15–17. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. AVdeC

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