El
hígado es uno de los órganos más afectados por el consumo de alcohol, ya que se
encarga de metabolizar alrededor del 90% que absorbe el organismo. A la larga,
este consumo puede provocar afecciones como hígado graso, hepatitis alcohólica
o cirrosis. Afortunadamente, incorporando distintos hábitos saludables se puede
proteger el hígado y reducir el impacto del alcohol.
El
hígado es el órgano de mayor tamaño dentro del cuerpo, pesa alrededor de un
kilo y medio y se encuentra en la zona superior derecha de la cavidad
abdominal, es decir, debajo del diafragma y sobre el estómago, riñón derecho e
intestinos. Aunque muchas veces parece estar relegado en comparación a otros
órganos, como el corazón o el cerebro, el hígado cumple funciones cruciales
para el funcionamiento de nuestro organismo. Entre ellas se destacan:
·
Almacenar energía.
·
Ayudar a digerir alimentos.
·
Eliminar del cuerpo diferentes
tipos de toxinas.
·
Metabolizar las grasas,
carbohidratos y proteínas.
·
Procesar la hemoglobina.
·
Procesar los medicamentos.
·
Producir y equilibrar la
glucosa.
·
Regular la coagulación
sanguínea.
·
Regular los niveles de
aminoácidos en sangre.
Cómo impacta el alcohol en el hígado
Cuando
bebemos alcohol, este pasa inmediatamente a la sangre, donde es transportado
hacia el hígado para ser metabolizado por unas células llamadas hepatocitos. Durante
este proceso el alcohol se ‘oxida’ y transforma en una sustancia llamada
acetaldehído, principal responsable de los efectos nocivos del alcohol, como
resaca alcohólica, activación de sustancias inflamatorias que dañan las células
hepáticas, y mayor riesgo de desarrollar cáncer, cirrosis, esteatosis,
fibrosis hepática o hepatitis alcohólica. Este proceso también puede provocar
un incremento en los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, un
aumento del ácido úrico y un descenso de los niveles de glucosa. A su vez,
ciertos factores pueden aumentar el riesgo de sufrir estos daños:
·
Consumir tabaco.
·
Mezclar el alcohol con medicamentos.
·
Ser mayor de 45 años.
·
Ser mujer.
·
Ser obeso.
En
ningún caso el alcohol es beneficioso para la salud, pero, en caso de beberlo,
el consumo recomendado es hasta dos tragos diarios para los hombres y uno para
las mujeres. Un trago equivale aproximadamente a un vaso de cerveza, una copa
de vino o una medida de bebida destilada.
La
diferencia entre sexos parte de que los hombres generalmente poseen más agua en
el cuerpo, por lo tanto, si bebieran la misma cantidad, la concentración de
alcohol en sangre para la mujer tendería a ser mayor.
Cómo proteger el hígado
Para
proteger al hígado de los efectos nocivos del alcohol, en primer lugar, se
deben limitar o evitar consumir bebidas alcohólicas. También se aconseja
extender esta precaución a otros tipos de alimentos que pueden
afectar la función hepática, como los azucarados, ricos en grasas saturadas y
trans, ultraprocesados, salados y carnes rojas.
En
cambio, incluye en la dieta alimentos que estimulan la función
depurativa del hígado, como avena, arándanos, cítricos, espárragos, frambuesas,
frutos secos, pescados, uvas o probióticos, entre otros.
Beber
suficiente agua es otro aspecto crucial, ya que cuando no hay suficiente
líquido en el cuerpo, actividades como el metabolismo y la descomposición de
grasas para uso celular se complican. Los expertos aconsejan tomar entre 2 y 2
½ litros de agua al día para favorecer una correcta función hepática.
El
ejercicio también es importante, ya que ayuda a bajar de peso, y con ello el
hígado y sus enzimas pueden trabajar mejor. No es necesario que empieces
realizando grandes esfuerzos, una simple caminata es un buen comienzo y a
medida que te sientas más cómodo podrás aumentar la intensidad.
Finalmente,
no olvides realizar los chequeos médicos. Las enfermedades hepáticas no suelen
causar síntomas fácilmente identificables en etapas tempranas, por lo que
visitar con frecuencia al doctor es la mejor forma de anticiparse a su
aparición o desarrollo. TV
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