La
alexitimia, muchas veces denominada como la “muerte de las emociones, el trastorno
que impide enamorarse o la imposibilidad de expresar lo que se siente”, es la
incapacidad de realizar o corresponder acciones con las emociones. Aunque no es
una afección muy conocida, se estima que hasta el 13% de la población puede
padecerla.
Alexitimia
es un término que se usa para describir problemas con las emociones, con raíces
griegas, la palabra podría traducirse como “incapacidad para expresar los
sentimientos o sin palabras para la emoción”. Durante mucho tiempo se la
consideró un diagnóstico secundario en otras afecciones y discapacidades de
salud mental preexistentes, como depresión o trastornos del espectro autista.
Las personas
que tienen alexitimia suelen señalar que tienen dificultades para expresar
emociones que se consideran socialmente apropiadas, como la felicidad en una
ocasión alegre. Por esta incapacidad de expresar sentimientos, quienes padecen
esta afección pueden parecer desconectados o apáticos con el entorno.
Puede ser
difícil reconocer los síntomas de la alexitimia, ya que es una afección
caracterizada por la falta de sentimientos. Sin embargo, en contextos sociales
se pueden mostrar las siguientes actitudes: confusión, enfado, malestar,
problemas para comprender gestos, sensación de vacío, pánico, e incluso aumento
de la frecuencia cardíaca.
La
alexitimia también puede dificultar que la persona interprete o comprenda
ciertos cambios corporales como respuestas emocionales. Por ejemplo, es posible
que tenga problemas para relacionar un corazón acelerado o sudor con la emoción
o el miedo.
Causas de la alexitimia
Actualmente,
los investigadores no saben cuál es la causa exacta de la alexitimia. Distintos
estudios sugieren que tiene un componente genético, factores medioambientales,
o daño cerebral. También son más propensos los hombres, mayores de edad, con
bajo nivel educativo o baja inteligencia emocional.
Vínculo con el autismo
Un estereotipo,
se podría decir histórico, relacionado al espectro autista, es la falta de
empatía, algo que con el tiempo se ha desacreditado. Recientes investigaciones
indican que hasta la mitad de las personas con autismo también experimentan
alexitimia, por lo que esta podría ser la causa de la falta de empatía y no el
autismo en sí.
Alexitimia y depresión
También es
posible experimentar alexitimia junto con depresión. Los investigadores no
pueden asegurar que sea una relación causal, aunque han observado una gran
incidencia de esta afección en personas con trastornos depresivos mayores y
posparto, así como esquizofrenia.
Traumas
La
alexitimia también se ha observado notablemente en personas que experimentaron
traumas, especialmente durante la niñez. Los expertos creen que el trauma y la
negligencia en esta etapa pueden causar cambios en el cerebro que pueden
dificultar sentir e identificar emociones siendo adultos.
La
alexitimia puede estar presente junto a otras enfermedades y lesiones
neurológicas, como distonía, enfermedad de Alzheimer, Huntington y Parkinson,
epilepsia, esclerosis múltiple o lesión cerebral traumática.
Cuándo ver a un doctor
La
alexitimia puede causar irritación y frustración no solo a las personas que la
experimentan, sino también a familiares, amigos y seres queridos de los
afectados. Por ello, si crees que tienes problemas para reconocer o describir
los sentimientos, deberás consultar a un médico. Este podrá guiarte para
encontrar la forma de recuperar estas habilidades fundamentales para las
relaciones.
Hasta la
fecha, no existe un solo tratamiento individual para la alexitimia, y las
prácticas a las que se recurran dependerán de las necesidades generales de
salud. Por ejemplo, para depresión o ansiedad, tomar ciertos medicamentos ayudaría
con los síntomas de salud emocional. También se puede optar por la terapia
cognitivo-conductual, terapia de grupo o psicoterapia.
Otros consejos
Profesionales,
y las mismas personas con alexitimia, aconsejan trabajar el reconocimiento
emocional para hacer frente a esta afección. Es decir, ser consciente de las
respuestas fisiológicas y de las condiciones o el contexto en el que ocurren,
un diario puede ser de ayuda para documentar estos patrones. Con la práctica,
será más sencillo diferenciar ira, felicidad o temor. HD
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